Ayer recibí el siguiente comentario en la entrada (“el bosquecillo de Paradela”) que dediqué en mi blog a Mariajesús (Paradeliña) el pasado 16 de febrero:
"Hola, Diego, amigo ya de la familia! Soy la hermana menor de Paradeliña. El veintidós, lunes, ha decidido emprender su último viaje, dejando "solo" generosidad, afecto, amor... Gracias a todos los que la habeis acompañado en su blog"
Te agradezco mucho, hermana pequeña, que nos comuniques esta triste noticia que ya temíamos. De Mariajesús poco más se puede decir de lo que ya hemos dicho en muchas ocasiones los que leíamos su blog e interveníamos en él. Solo voy a referir una anécdota personal que define en parte su carácter y su bondad:
Entre las numerosas personas que entrábamos a comentar en su blog, había una (la llamaré M), que hacía tiempo no aparecía. Mariajesús me mandó un correo privado, donde me decía que estaba preocupada por ella, y que si yo sabía algo, pues también es amiga mía. Le contesté que tampoco tenía noticias suyas. A los pocos días, Mariajesús me mandó el siguiente mensaje:
“Hoy entró M, Diego.
Estoy, tontamente, llorando de alegría, después de tanta incertidumbre y desasosiego.
Pero ¿cómo se le podría explicar esto a la gente?
Un abrazo”
Así es ella.
Un beso, Paradeliña. Dejas mucha huella. Y un abrazo para toda tu familia, que hemos conocido gracias a las muchas fotos, entradas y cariño que le has dedicado en tu blog hoy cerrado pero siempre abierto.