La arena grano a grano se desliza entre mis dedos, tiempo
fugitivo que no quiere adormecerse en mi mano. Pero puedo regarla con mis
lágrimas y convertirla en barro húmedo que se retenga y se deje modelar,
acariciar, sólo durante unos instantes hasta que el reloj seco de tu mirada lo
convierta de nuevo en arena que se me escapa con calma, sin ruido, libre.
Somos artífices de pequeñas magias... Un abrazo.
ResponderEliminarEres un poeta, un gran sensitivo, un gran buscador. Dejas que la vida se deslice suavemente entre tus dedos, ese reloj de arena que va marcando el paso del tiempo, donde tu huella quedara para siempre
ResponderEliminarEs tan inútil intentar retener la arena en una jaula de dedos como intentar hacerlo con el agua, el viento o el amor.
ResponderEliminarSólo podemos dejar una pequeña huella, aunque sea inidentificable.
Un beso, poeta.
Ya lo dije en mi querencia alargada: consigue escapar deslizándose entre mis dedos sin yo poder retener ni uno solo de los granos de la arena de su playa.
ResponderEliminarNo quiero regarla con lágrimas, prefiero que escape. Y si luego ha sido capaz de dejar huella, pues cojonudamente.
Besito desde arenas mediterráneas.
Siempre queda una miajica de huellas...
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