
Empiezo a escribir con mis dos dedos regordetes, tic, tac, toc, fluyen las palabras, sin problemas, las frases, los giros, incluso los circunloquios que se me dan tan mal, estoy inspirado, me gusto... hasta que de repente ¡maldición! noto que en el teclado no existe la letra P, desaparecida no sé cómo ni cuándo entre la O y el signo circunflejo, y mientras la busco debajo de los faldones de la mesa camilla, tanteando torpemente con una mano, veo que van desapareciendo otras letras, la K, la E, la G, obligándome a hacer filigranas para seguir escribiendo sin utilizarlas... Les siguen la F, la T, la J... y noto que el suelo se hace líquido, como agua fría que moja mis pies descalzos, trepa por mis piernas desnudas, y sigue subiendo, subiendo, mientras las letras del teclado continúan escapando, la H, la Q, la X. El agua me llega ahora al cuello, la angustia me invade, la musa se ahoga, adiós a la D, ya sólo quedan la S, la O, la R, la C, alzo la mano buscando una Ñ a la que agarrarme, que veo volando como una mariposilla histérica cerca del flexo , y exclamo ¡socorro!, mientras me voy hundiendo poco a poco, paso a paso, letra a letra ¡SOC...! ¡OC...! ¡O...! ...................
(Foto: el teclado de mi viejo portátil)