lunes, 29 de junio de 2015

Pixelamientos


Extendía sus alas al cielo. Pero no por presumir mostrándome su belleza, pretendía solo echarse a volar. Yo la pixelé y acabé con sus sueños para siempre.

―¡Devuélveme mis alas!― me grita desde el abismo de su presente congelado.

Pero no puedo, no sé, ignoro, carezco.


(Foto: ninfálido y flor)

lunes, 22 de junio de 2015

Hexágono imperfecto


Había una solución. Le dijeron a la chinche: 
―Intenta poner 96 huevos de forma que configuren un hexágono. 

La chinche, después de cavilar un rato, aplicó su ovopositor a la hoja y comenzó a poner sus huevos, pegados uno a otro, en espiral partiendo desde el centro. Contaba: 1, 2, 3, 4…… 54. Aquí se detuvo, caviló de nuevo, recalculó y siguió poniendo sus huevecillos: 
―… 94, 95 ¡y 96!― gritó satisfecha. 

Se giró y vio los 96 huevecillos perfectamente dispuestos en un cuadro estético de amarillos sobre verdes. Pero comprobó con cierta decepción que había uno desplazado, no formaban un hexágono. Había fallado, esa no era la solución. 
―¡Qué le vamos a hacer!― dijo; se pegó un chute de savia y se alejó volando. 

Lo que nunca supo es que de aquel huevecillo desplazado nació la chinche más rebelde, la más independiente, la más bonica de todas las chinches que han volado por aquellas guinchas.

(Foto: puesta de chinche, quizás Nezara viridula, en hoja de albaricoquero)

lunes, 15 de junio de 2015

Dudas

La hoja duda: arrancarse de la rama que la ciñe, planear hasta la acequia, allí ser velamen sin carena, bogar a cualquier ribazo, ser bancal, o ser ribera.

Él, arrancado a la fuerza y desramado, mira correr el agua sentado en la mota sin alma de la orilla, piensa y duda qué sendero caminar, qué coordenada anudar a su destino. O acaso no piensa, ni llora; solo mira.


(Fotos: las Fuentes del Marqués de Caravaca y hombre pensante y dubitativo) 

lunes, 8 de junio de 2015

El chichipán poeta



Chichipán es el nombre con el que se conoce en Murcia al carbonero común, ese pajarillo tan salao de pecho amarillo atravesado por una lista oscura, cabeza negra y mofletes blancos. El nombre de chichipán alude a su canto, formado por tres notas, “chi-chi-pan”, que repite en series de cuatro o cinco chichipanes. De las tres notas, los dos “chi” tienen el mismo tono, alto, y el “pan” desciende en intensidad y en tono (es como un "chi" bemol). Un bonito y sencillo canto de amor en busca de pareja. 

Durante algunas semanas he estado oyendo un chichipán desde mi terraza. Canto recio, producido sin duda por un ejemplar fuerte, joven y viril. Hasta aquí, nada especial. Lo peculiar radicaba en que, de los dos “chi”, el segundo adquiría a veces y en cada serie una tonalidad más alta, más aguda, como de "chi" sostenido, de forma improvisada pero manteniendo el ritmo de la composición. Lo bauticé como “el chichipán poeta”. Era una delicia oírlo cada mañana, una sucesión al tuntún de rimas que se sumaban a la cadencia natural de su canto. Si yo hubiera sido chichipana hubiera caído sin duda en sus alas. Y alguna chichipana debió caer  ─pensaba─, pues su canto fue decayendo en intensidad y alegría a lo largo de los días, a causa sin duda de sus excesos amatorios, hasta que desapareció. 

Hoy, en la misma terraza, he encontrado la prueba evidente de que su tenacidad se vio recompensada. Al pie de un aligustre oí un piar asimétrico, como de joven e inexperto trovador. Y allí estaba el chichipancito, hijo sin duda de mi poeta, caído del nido por su afán aventurero, sin saber aún volar, pero ensayando ya los trinos y asonancias que deberá recitar de mayor para engatusar a sus congéneres, como tan bien lo supo hacer (y seguirá haciéndolo, supongo) su padre.

(Foto: cría de chichipán en mi terraza)

jueves, 4 de junio de 2015

Emulando a Paradela

Emulando solamente, Paradeliña (Mariajesús) es imposible de igualar. María ha plantado y bautizado una serie de frutales con los nombres de las personas que visitamos su casa virtual, en esto también es inigualable, ¡si es que hay que quererla, leches!. Salvadas las diferencias y como ella presume (con razón) de los productos de su huerto paradeleño, yo no quiero ser menos.  Lo que no tengo son caballos, perros ni gallinas, pero ando detrás de una perdiz que me canta desde el cerro cada mañana. Y de una liebre.

Aquí os traigo una colección del estado actual (de hoy mismo) de mis frutales, unos en sazón y otros todavía non.
Albaricoques (abercoques), "Sol de Mayrena encapsulado", que diría un cursi.

Nísperos...

... alguno tan gordo que no lo puede enfocar mi cámara.

A partir de ahora, son futuribles o fruturibles
(frutas inmaduras, pero ya madurarán, ya)
Ciruela.

Pero.

Pera.

Melocotón.

Membrillo.

Higo.

Granada.

Tomate.

Pimienticos (de los que no pica ninguno) y cebollas.

Mariajesús, sepa usté que, a partir de ahora, cada mordisco que le dé a cada una de esas frutas deliciosas es como si se lo diese a usté, porque usté es comestible. Gracias por tu generosidad con todos nosotros.

lunes, 1 de junio de 2015

La cueva hoy

Bueno, hoy y siempre; la cueva es atemporal.
Sigue ahí, semioculta bajo el lentisco y el espino negro.

Con su sima tan excitante, tan atrayente,
 tan sin fondo visible, tan ¿dónde acabará?.

Las pinturas de su bóveda.

Su réplica a escala reducida, la cuevecilla
con sus estalactitillas y estalagmitillas.

Su falillo oculto en uno de sus pliegues, que descubrí no hace tanto y que me hace dudar de su sexo, ¿es cueva o cuevo? Me da igual, lo nuestro ya es irreversible.

Su cabra macabra apresada entre dos rocas profundas; no sé si cayó desde la entrada o si provenía de las profundidades luciferianas.

Sus dos columnas, que tanto me fascinan.

Y su fantasma, inofensivo pero inquietante.

Solo una cosa ha cambiado: ahora entro con casco, para evitar las erosiones que sobre mi calbeza producían sus techos bajos (hay cariños que no matan, pero dejan malherido)

A la vuelta, unos esparraguicos recogidos en los ribazos generosos mayreneros. Breve paso por la sartén, una miajica de aceite de arbequina, sin sal para que no se dispare la tensión. Ni os cuento cómo sabían... (tengo más)