lunes, 29 de abril de 2013

Lloveres

Lloverme, yo roca seca,
tú agua viajera a veces apasionada,
violenta, erosionadora,
intensa,
sin dar tiempo a la caricia de tan fugitiva,
a la contemplación serena;
otras lenta, sensual, susurrante,
recorredora pausada de mis entrantes,
de mis salientes, de mis esencias.
Lloverme con el tiempo detenido 
en los malditos relojes arrojados a la sima,
por fin callados.
Agua en la piel fugaz,
permanente en la mirada, 
agua.

(Fotos: cascada del nacimiento del río Mundo en abril de 2013 y en julio de 2011, pasión y caricia, dos miradas diferentes e inolvidables a este lugar mágico)

lunes, 22 de abril de 2013

El pájaro triste

Iba caminando por el páramo, allá arribotas, y lo vi, parado sobre la hierba, no lejos del camino que recorría. Pluma azul, pico amarillo, pata gualda, rostro rojo. Pensativo, inmóvil, mirada fija en qué, callado, taciturno, expresión de inmensa tristeza. Qué le ocurrirá, un disgusto amoroso, una herida, un disparo, un olvido, una caída, un estreñimiento, un pasmo, un recuerdo, un nosé, un quizás. Siempre me han preocupado los sentimientos de los pájaros, sufren.
–¿Qué te ocurre, pájaro triste?– le pregunté desde mi camino.
–Y a ti qué te importa, gilipollas– me contestó.

lunes, 15 de abril de 2013

sábado, 13 de abril de 2013

La bici azul

Peatón, bicicleta, moto, automóvil y autobús: cinco modos de desplazamiento urbano. Todos se aprecian en la foto. En primer término, mi bici azul, que atiende al nombre de “la novela”, amarrada frente al restaurante Carlos, donde tienen un menú que incluye un filete de ternera –sin sal para mí, por favor, la tensión ¿sabe?– bastante aceptable y en el que almuerzo a menudo con mi hijo. Es dócil, nunca me ha tirado en los muchos kilómetros que llevamos recorridos por esas carreteras. Ahora la utilizo eventualmente para moverme por Madrid, que con esto del ecologismo y del ahorro energético ya lo puedes hacer sin que te llamen pringao y otras lindezas que tengo oídas, y que no reproduzco aquí por educación.

"La novela" no lleva a un papa encima, ni a un ángel fisgón, como la blanca de ahí abajo. Es más humana, menos celestial, más pecadora, me lleva a mí. No conoce más posaderas que las mías (que yo sepa). O yo la llevo a ella, nunca se sabe, lo nuestro es reciprocidad, amor, dación, ese palabro tan en boga. Un ratico yo, un ratico tú. Y así vamos, pedalada a pedalada.

(Foto: la bici azul aparcada frente al Carlos)

jueves, 11 de abril de 2013

La bici blanca

Ya la he visto dos veces en Madrid, las dos amarrada a vallas metálicas en dos calles distintas, distantes. Me persigue. La bici blanca. Es de esas que se han puesto de moda en algunas ciudades, sin cambios, sin frenos, con un solo piñón fijo. Bici fixie la llaman. Muy difícil y peligrosa de manejar en ciudad, pero la moda es la moda. Y lo snob lo snob. No se puede negar que es bonita, eso sí, sobre todo para los amantes empedernidos e incondicionales de la bicicleta, entre los que me encuentro. 

Ninguna de las dos veces he visto a su dueño. Y ahora viene la parte cursi del texto. Imagino que el dueño de la bici blanca es un ángel transparente que envía San Apapucio (mi santo favorito) a la Tierra para que examine a los humanos y tome notas de si nos comportamos bien o mal, si vamos a misa o no, si cumplimos con las obligaciones que harán posible o no nuestra admisión en el edén. Por eso no lo veo, porque los ángeles transparentes son transparentes, además de no tener pilila. 

Las dos veces que he visto la bici blanca yo andaba en pecado mortal, supongo que el informe que habrá dado de mí a San Apapucio el ángel transparente y sin pilila no le permitirá abrirme las puertas del cielo. Qué le vamos a hacer. Me vengaré robándole la bici blanca la próxima vez que la vea para llevármela al averno, cuando me toque, y recorrer con ella sus recovecos, esquinas y calderas para envidia y rechinar de dientes de luciferes y de sus secuaces, y de mis amigos, que creo que andarán todos por allí.

(Nota: o quizás sea la bici del papapaco, parece mogollón enrollao)

(Foto: la bici blanca, evidentemente)

miércoles, 10 de abril de 2013

Viajar con Mateo

Viajar con Mateo desde Murcia hasta Madrid, amarrado en su sillita reglamentaria en el asiento de detrás, oyendo sus ruiditos mezclados con la melodía, precaución extremada, velocidad controlada, responsabilidad responsable, no como cuando viajo solo, casi siempre, que qué más da. Recuerdos de cuando su padre tenía su edad, un coche menos electronizado, unas carreteras menos autovías, más humanas, otros bares en los arcenes, otra sillita menos ergonómica, otros. Pero la misma esencia: un zagal pequeñico dependiente total de ti, de tu hacer, de tu estar. El mismo cariño. 

No creo en banderas, en fronteras, en tanques, en fusiles, me parece absurdo dar tu vida por esa cosa que llaman patria. Pero la daría sin lugar a dudas por media docena de personas y Mateo se acaba de incorporar a esa breve relación mientras chapurrea, ahí detrás, palabras ininteligibles. 

 (Foto: Mateo amarrado a su sillita en el coche, ayer mismo sin ir más lejos)

lunes, 8 de abril de 2013

lunes, 1 de abril de 2013

Mía intermitente

De pronto llegas, me abrazas, me apresas en tu espiral apasionada, me reinventas, me giras, me dislocas, me llueves, me vacías vaciándote, me susurras palabras que desconozco, dices mi nombre, me acaricias, me sonríes... y te marchas, me olvidas. Y yo quedo de nuevo solo, incapaz, esperando que vuelvas a aparecer en el horizonte gris de mi enramado, incendiándolo una vez más. Sé que sólo piensas en mí cuando estás conmigo. Pero también sé que cuando estás conmigo sólo piensas en mí.

(Foto: cuscuta sobre aliaga y pino desenfocado mirando. Mayrena)