lunes, 30 de noviembre de 2015

lunes, 23 de noviembre de 2015

Picoesquinas

Luego dobló la esquina y siguió por la acera de la derecha. Cruzó las tres calles siguientes y torció, en la cuarta, a su izquierda. Continuó durante cinco bocacalles más, viendo de soslayo su imagen reflejada en los escaparates de los comercios, aún ―o ya― cerrados. Torció entonces a la derecha, y después, donde la tienda de ultramarinos, a su izquierda. Se detuvo en el semáforo y, cuando verde, atravesó la avenida hacia el parque. Entró en el parque por la puerta de los emigrados y tomó el primer camino de la derecha. Siguió recto entre los setos de aligustre hasta alcanzar la fuente de los tres apóstoles. Allí hizo un giro a su izquierda y continuó por la alameda. Llegó a la puerta del serbal, que atravesó para salir del parque, y torció a la derecha, siguiendo por la calle que delimita el gran jardín. Se detuvo en el quinto semáforo, para cruzar, y continuó por la calle perpendicular. En la sexta bocacalle giró a su derecha, dos bocacalles más adelante a su izquierda y, al llegar al chaflán del anís del mono, de nuevo a su izquierda. Continuó la calle hasta el chino de la esquina y aquí torció a su derecha. Cruzó dos avenidas y cuatro calles más, alcanzando la plaza. Entró por la puerta porticada y atravesó, de noroeste a sudeste, el espacio enlosado prohibido a los coches, esquivando la estatua ecuestre y a los comensales sentados en las terrazas, repletas a esa hora. Salió de la plaza por la puerta de san ginés y tomó la calle adyacente. Continuó hasta la cafetería del viñales y allí torció a su derecha, luego a su izquierda y siguió recto un cacho.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Blanca y Nuria


Blanca y Nuria nacieron con un pétalo de más. Son amigas. Comparten piso en Madrid, con otras blancas y nurias, cinco días a la semana. Cuando veo a Blanca, siempre me habla, con su voz inconfundible, de Nuria. El sábado, en Caravaca, Blanca lloraba en silencio: “es que se casa mi hermana pequeña”, decía emocionada. En un mundo tan deshumanizado como este, donde se mata en nombre de no sé qué dioses, Blanca y Nuria representan la pureza, la sinceridad. La sonrisa de Blanca cuando te ve se abre desde lo más profundo, su mirada no tiene recovecos, su abrazo te envuelve. Ya estás otra vez con Nuria, Blanca, y le habrás contado que tu hermana Cris estaba muy guapa, que tú también, que la echaste de menos, y a Nuria se le habrá abierto una sonrisa tan limpia como la tuya.

(Foto: dos florecillas mayreneras)

lunes, 9 de noviembre de 2015

Verdejo


Me estoy tomando un verdejo. Podía haber pedido un rioja o un ribera. O un jumilla por aquello de hacer patria aunque siempre me dicen que no les queda. He pedido un verdejo, quería acordarme de ti, recordar sin nostalgia los verdejos que tomábamos siempre antes de y después de. Y también en, a modo de pequeño descanso en el combate cuando este se prolongaba más de lo políticamente correcto, Desde que te fuiste, desde que me abandonaste para volver con tu esposo ―el más cruel de los abandonos― no lo había vuelto a probar. Hoy me he sentado en la terraza de cualquier bar; “un verdejo, por favor”, he pedido al camarero. Y ahora me lo estoy bebiendo buchito a buchito. Con una sonrisa sarcástica en mis labios, en mi mirada, recreado en mi pequeña venganza.

(Foto: copita de verdejo en lo de los irlandeses)

lunes, 2 de noviembre de 2015

Impacto


Me despertó el impacto violento de mi cuerpo sobre el agua. Desde entonces busco con desesperación el libro perdido en el mar, mojado de agua salada y con restos de algas prendidas en las páginas aún por leer.

(Foto: Calblanque)