lunes, 28 de octubre de 2013

Veintitrés segundos



Un leve quebranto que solo ella escucha la desgaja de la rama y piensa "al fin libre" aunque sabe que su vuelo será efímero y definitivo. Se deja caer un instante, como para tomar impulso y luego cabalga, descendiendo, la brisa que ella inventa. Ahora gira sobre sí misma, se cierne, dibuja espirales asimétricas, se cree mariposa –es mariposa–, muestra al ojo del espectador, en un juego rítmico y alternativo, su haz amarillento, su envés ocre, coqueta, provocadora. Entonces aprovecha un leve movimiento de aire para alejarse, remontar espacio entre volteos que parecen descontrolados, como queriendo despedirse de la rama que la retuvo durante meses en un abrazo no tan deseado. Finalmente pliega sus bordes, recogiéndose, pierde velocidad y se posa abonico en la ladera, entre un guijarro y una mata de alhucema que no está allí por casualidad. Y queda inmóvil, pegada a la tierra parda que pronto la convertirá en tierra (siempre la tierra), en agua, en savia. Y un día en otra hoja cautiva que también disfrutará, en su otoño, de veintitrés segundos de libertad.

(Foto: hoja de rebollo)

domingo, 27 de octubre de 2013

La hora vacía


¿Por qué me regalas una hora? ¿Es un premio por esperarte, un regalo adherido al paquete de gominolas? No quiero tu hora vacía, tu nada, tu retroceso hacia lo mismo. La exprimiría si mi nadismo de esta noche lo rellenaras tú, tan ausente, pero sé que hoy tampoco vendrás, falsas promesas. Gracias, te devuelvo tu hora regalada sin esperanza, tu paquete de gominolas, y sigo mi camino paso a paso, sabes cómo encontrarme.

(Foto: mi reloj de cristal roto parado en espera de las dos de la madrugada sobre hoja bicolor de higuera, y gotas de lluvia)

lunes, 21 de octubre de 2013

Rincón


Es como encontrar un rincón todavía cálido, solitario, recién abandonado por una piel imaginada, y cobijarte en su interior sin esperar nada, sólo aspirando ese aroma femenino que aún perdura en cada tallo, en cada brote, en cada terrón, en cada caricia no acariciada.

(Foto: charca en la rambla del Agua, Caravaca de la Cruz)


lunes, 14 de octubre de 2013

Aire, nube, agua

Aire con olor a pino;
nube libre, vagabunda,
caminante
de ida y vuelta;
agua, sal, yodo;
conchena.
 Tú aire vegetal, 
tú nube errante, 
tú agua, espuma, rocío...
y arena.

(Foto: huellas en arena de playa atlántica)

lunes, 7 de octubre de 2013

El regreso


La luna, el cerro, el grito inquietante del cárabo, el viento fresco en la mejilla, la ardilla rezagada, el termo con café, recordarte. El olor a pino. Un botijo. 

Luego la linterna de gas, un cuadro encendido, los artilugios de esparto colgados en la pared de madera, la camiseta blanca con un recorrido mágico grabado en el pecho, la novela de Cortázar empezada diez veces y nunca continuada, el aullido del zorro, las sombras que bailan, el reposo de la hamaca. El camastro que se despliega, un saco de dormir, la oscuridad. Y los cacharros que robé en aquel pueblo abandonado antes de que los robasen otras manos, ahora insomnes, como yo pugnando por mantener los ojos abiertos y seguir gozando de la soledad buscada, prolongándola esta última noche. El "te espero" intuido, vegetal.

Ya el regreso, la cara siniestra del mismo paisaje, la cinta negra, los bocadillos impersonales de barras impersonales, el olor a gasolina, las distancias menguantes en los carteles azules. Los relojes. El cemento aumenta, invade, sube como dedos que intentan agarrarse a la ilusión que se escapa, para no perder lo vivido, diluyéndose en brumas sin horizontes, frías.


(Fotos: dos de las torres de Azca, sumergidas en la niebla, y un rinconcito de mi cabaña)