lunes, 24 de junio de 2013

Subiendo al solsticio

Son manías, muchas en mi caso. Una de ellas consiste en subir a un monte la noche del solsticio de verano, veintiuno de junio, la más corta del año, y dormir allá arribotas en mi tienda. Ni yo sé por qué, las razones a menudo no afloran, se disfrazan de ilusión. Y este año no iba a ser menos. Últimos rayos del sol. Mi sombra se estira junto a las de los pinos silvestres, se deforma en el granito, se retuerce, pronto se desatará de mis pies para diluirse en la sopa de sombras nocturnas. Y mañana me buscará para volver a amarrarse a mis botas. Qué triste ser sombra de algo o alguien, qué falta de personalidad, qué sumisión.

Un buchito a mitad de subida. El agua de la sierra madrileña es extraordinaria. Mi vieja mochila, azul por supuesto, ya ha visto pasar por mi espalda a más de una generación de otras más modernas, pero sabe que sigue siendo mi favorita.
Te quiero, jodía.

El pradito que encontré este año, resguardado, magia imaginada, buen lugar para instalar la tienda clandestina. 

La tienda ya montada. Me gusta esta tienda: reducida, ligera, discreta, fácil de instalar. Ideal para una persona, o para dos muy bien avenidas. Pero este año no ha venido (comentario pretendidamente ingenioso que se veía venir dada mi tendencia a recurrir a este tipo de chascarrillos)

El pino quiere pinzar la luna, casi llena este año. Le hace cosquillas con la puntica de las acículas. La luna ríe.

A falta de otra diversión, jugueteo con la lámpara, patadita va patadita viene. Se menea y saca sombras rítmicas (las sombras otra vez...)

A las cuatro de la mañana, es la luna quien quiere juguetear con la lámpara, colándose por la puerta que he abierto (me gusta el riiiis de las cremalleras nocturnas abriéndose o cerrándose). Las luces se buscan. Apago la lámpara y la luna ahora se cabrea.

Amanece, es hora de abrir el termo de café, mojar un par de galletas,...

...desmontar el tinglado...

...y tirar para abajo adverso flumine, como dice y camina ella. Bajar cuando los otros suben. Subir cuando los otros bajan.

Desde la senda del retorno, al fondo y a mi izquierda, la última nieve de Peñalara. Encuentro de miradas y despedida.

El año que viene reincidiré, a poco que me respeten las averías. Son momentos repetidos e irrepetibles. Momentos...

lunes, 17 de junio de 2013

El yepero



Yo quería ser cantante de rock. Me compré una guitarra eléctrica y daba la vara a los vecinos aporreándola y desgañitándome. Mi mamá, que me quería mucho como todas las mamás y pensaba que qué rico era y qué bien cantaba su niño, me apuntó al concurso “los nuevos reyes del rock”, o algo así, de la telele. Ensayé el rock de la cárcel, me llamaron para hacer un casting y a los estudios me fui. Enchufé el guitarro y comencé a cantar, contoneándome al mismo tiempo para parecer más rockero. Pero al decir aquello de "todo el mundo en la prisióóóón" se me rompió la voz y me salió un horrible gorgorito, cosa que temía, me solía ocurrir. Intenté disimularlo con un quiebro violento de caderas, pero no coló, los castinguistas me pidieron que me detuviera. El jefe de ellos, feo como un pecao, me espetó: 

–Afinas bien, pero tu voz es una puta mierda. Como mucho podrías llegar a yepero, jamás a cantante de rock ¡El siguiente! 

Agaché la cabeza, puse sonrisa de conejo, cogí mi guitarra fracasada y me retiré. Lo primero que hice al llegar a casa fue ir a la wikipedia y mirar qué era eso de yepero. Leí: “yepero: cantante frustrado con poca voz que acompaña a los cantantes famosos o famosillos emitiendo sonidos corales del tipo “¡yepa!”, “duduá”, “¡yeah!” u otros similares conocidos como yepidos" 

Y me hice yepero. 

Desde entonces he yepeado con mucha gente, he grabado CDs con Ricardo Montaner, James Arthur, Efecto Pasillo, he subido a escenarios con Melocos, Jason Mraz o incluso Juan Luis Guerra. Lo último que he yepeado ha sido Little Talks para Of Monsters And Men. Si conectáis el youtube de ahí arribotas, yo soy el yepero que grita “¡Hey!” en la grabación; un total de 16 veces lo grito, que a 10 euracos el yepido (soy yepero de segunda, los de primera cobran algo más) me reportó 160 en esta ocasión. No es para tirar cohetes, pero con la crisis que nos ahoga es de agradecer tener un trabajo. En caso de actuaciones en directo se paga algo más, dependiendo de que hagas acompañamiento rítmico con piernas y brazos, de que chasques o no los dedos, o de que levantes o no los brazos al emitir el yepido. Además, los cubatas te los dan gratis. Y una rayita de coca.

Y ahí sigo, ¡Hey!

viernes, 14 de junio de 2013

El abercoque

Estos son días de recolección del albaricoque en Caravaca de la Cruz. Y en Mayrena, claro. 
Este año la fruta ha sido de gran calidad. Y, como siempre, pagada a un precio, 0,45€ el kilo que, descontados los muchos gastos que conlleva el cultivo, da solo para mantener la finca otro año más. Y eso que se trata de fruta con el sello de ecológica y la pagan un poquico más cara que la convencional. Si no fuera por la cosa sentimental y nostálgica... 
El “instrumental” utilizado no ha variado en los últimos cincuenta años. Se trata del perigallo, una inteligente escalera de tres patas estable y resistente. 
Lo que sí ha variado es el modo de almacenar la fruta en los bancales. Ahora se utilizan lo que aquí llaman “palós”. Cada uno carga 200 kilos de esta maravilla llamada por mí “oro caravaqueñico” (me lo acabo de inventar). El viejo tractor se encarga de trasportarlos al muelle de donde se los lleva el camión a la cooperativa. 
Aparte de los tres o cuatro kilos que me zampo cada día cogidos directamente del árbol, siempre guardo unos cuantos para hacer mermelada ecológica. 

Ingredientes: solo abercoque y azúcar (poco). No agua, no conservantes, no acidulantes, no colorantes. Ni os cuento cómo sabe MI mermelada... Para regalar a los amigos.

(Fotos: manojico'e abercoques, el perigallo, los palós y mi producción de mermelada)

lunes, 10 de junio de 2013

Simetrías convergentes (o algo así)











Historieta rellenable,  
sin argumento aunque lo tenga.
Sin texto para que quien quiera 
escriba el suyo si lo desea. 
O no escriba ninguno y la deje como está. 
O cambie o añada viñetas o elimine algunas. 
O elimine todo y lo envíe a la basura, contenedor verde: 
"historietas decrecientes, acabadas o por acabar"

lunes, 3 de junio de 2013

Mi bañador verde

Desde que eva se fue con otro mi móvil ha dejado de anunciar tienes un mensaje nuevo con el discreto sonido bipbip que le tenía reservado a ella. Desde que eva se fue con otro no llegan sus llamadas tú eres el hombre de mi vida nunca te dejaré pase lo que pase quientequiereatí sol de mis amores. Desde que eva se fue con otro la tableta yace en la mesilla conectada toda la noche porsi pero sin emitir sonido alguno anunciador de correos repletos de sus besos, caricias y tequieros encapsulados. Desde que eva se fue con otro pago a los movistares quince euros en lugar de los cientoipico que pagaba cuando andábamos colgados a nuestras orejas respectivas, calientes y recalentadas. Desde que eva se fue con otro nadie deja sobre la arena al pie de nuestro enebro notas encendidas en el interior de la botella que trasegamos un día después de y que poco a poco se va cubriendo de moho y olvido. Y de caracoles con sus caminitos de babas. 

Pero me he comprado en los decathlones un bañador verde que ciñe mis nostalgias inexistentes, se pasea alegre y cantarín en los mares y las piscinas largo pallá largo pacá prendido de mi cuerpo nada serrano, se seca en cuanto salgo del agua por escasa que sea la brisa que sople y que, cuando paseo por la calle vistiéndolo orgulloso, la gente se para y dice señalándome: “mira, ahí va el hombre del bañador verde”



(Foto: mi bañador verde tomando el sol)
(Video Youtube: Michael Bublé, It's a beautiful day)

sábado, 1 de junio de 2013

Brmmm

Cada cual enseña a su nieto lo que le apetece. Yo a Mateo no le enseñaré el juego de los cinco lobitos tiene la loba, entre otras cosas porque no me lo sé. El domingo estuvo en mi casita miraflorera, descubriendo. Lo llevé agarrado de un dedito (es bípedo reciente) a la caseta de los cachivaches desordenados y le saqué mi bici. 
“Brmmm”, decía al verla mientras la señalaba con su dedo regordete, para Mateo cualquier bicho con ruedas es un brmmm. La examinó, la toqueteó, la olisqueó y quedó fascinado con los pedales porque giran como las ruedas de los brmmm. Yo le señalaba las partes de la bici y le decía: “tija... cuadro.. potencia.. frenodedisco.. manillar.. llanta.. shimano.. manetadecambio.. amortiguador” con la vana intención de que aprendiera esos palabros pues sé que su vocabulario actual se reduce a brmmm y algunos bisílabos incomprensibles excepto para su madre y su padre. Según repetía yo esos preciosos nombres bicicleteros que por sí mismos componen una poesía, Mateo me miraba pensando sin duda: “es cierto, mi abuelo está completamente medio loco”.  
Luego saqué de la caseta la máquina corta-hierbas. La miraba y decía, como no: “brmmm”. La arranqué y aquello fue el despiporre. El ruido, la vibración del cacharro, el olor a gasofa lo fascinaron. Se agarró al bicho y ya no había modo de soltarlo de allí. La bici, su tija y sus otros atributos quedaron olvidados ante la bestia rugiente. Y es que Mateo piensa que donde haya un brmmm real que se quiten los brmmms imaginados.

(Fotos: Mateo y caseta, Mateo y bici, Mateo y máquina)