lunes, 20 de mayo de 2013

Cruzarse los cables

Hace unos días se me cruzaron los cables. Otra vez, van varias. Debió de suceder cuando intenté atravesar en bicicleta los raíles de la vía abandonada que lleva al norte. Movimiento oscilatorio violento parriba pabajo parriba pabajo al pasar las ruedas sobre los rieles y, consecuencia, cables cruzados en mi cerebro ya bastante vapuleado. Y mi norte que se diluye. No sé qué cables habrán sido esta vez, el lío cablear que hay dentro de mi torrao debe asemejarse a un plato de espaguetis desorganizado. El caso, me dijeron, es que mis ya escasas neuronas flotan en algo y con un movimiento imprevisto y brusco, plof, los cables neuronales se cruzan. De dos en dos, o de dos en tres, o más. La edad. A veces, para descruzarlos utilizo el método de los saltitos a la pata coja sobre una pierna, como cuando queremos liberarnos del agua de la piscina que se nos metió en el oído. Pero esta vez no funcionó.

Y ahí sigo, cruzao. Sin saber si voy a o vengo de, si estoy con o sin, si tengo la o el, si subo palante o bajo patrás, si miro por o para, si llevo en, si corro hacia o desde, si cuándo, si cómo e incluso si dónde.

Esperaré pacientemente a que se produzca el descruzamiento, otras veces ocurrió, mientras rezo un credo si lo recuerdo para que el tren que ya no pasa no pase y me joda la bici, ya sería demasiado.

(Foto: mi bici cruzada en la vía que no lleva a ninguna parte)

lunes, 13 de mayo de 2013

miércoles, 8 de mayo de 2013