lunes, 2 de febrero de 2009

La pluma estilográfica


A veces me gusta hurgar en el cajón de las nostalgias, buscar mi vieja pluma estilográfica, tomarla con mimo en mi mano derecha y sentarme frente a una cuartilla en blanco para intentar traspasar al papel cualquier idea, si viene. Es como volver al pasado, cuando no existían los ordenadores y sus fríos teclados.

Un papel en blanco es un mapa vacío que pide que lo llenemos de caminos azules. Y la estilográfica, el instrumento que nos posibilita crear y trazar esos caminos azules. La tinta de una pluma, o de un bolígrafo, contiene y nos regala todas las historias nunca contadas, aunque es difícil darle forma para extraer todo ese potencial. La tinta es rima y verso y arte tangibles, algo que nunca alcanzarán el teclado ni la pantalla ni los gigas del disco duro, que ni huelen a nada, ni puedes tocarlos, ni mancharte con ellos.

Recuerdo que, cuando era pequeño, en los pupitres de la escuela había unos tinteros de cerámica blanca. El olor a tinta lo invadía todo. Escribíamos mojando en esos tinteros unos palilleros en cuyo extremo insertábamos una plumilla. Las letras fluían, con algún borrón, en trazos de diferente intensidad según nuestro apasionamiento o nuestro estado de ánimo al escribir. Eran nuestras letras, de cada uno, redondotas o picudas, grandes o pequeñas, más o menos alineadas en renglones que subían o que bajaban, desiguales. Hoy eliges en el Word el tipo de letra, su tamaño, su color, y todos los renglones que escriba cualquier persona de cualquier lugar salen iguales, perfectamente rectos, sin borrones ni diferencia de intensidad en los trazos aunque le sacudas a la tecla de forma brutal. El teclado es insensible a la pasión. Impersonalidad.

Por eso me gusta desempolvar de vez en cuando mi vieja estilográfica y sacarla a pasear por cualquier papel en blanco, y ver cómo se desliza por él, dibujando con soltura oes, efes, erres, mayúsculas, tildes e incluso puntos y aparte. Pero ya no aguanto escribir con ella más de una página, me canso pronto y las frases se van haciendo más ilegibles a medida que aumenta el número de renglones. Y es que mis dedos ya no son lo que eran, no sé si por falta de práctica o por exceso de años.

Y al final, tengo que volver a guardarla y recurrir al teclado, a la pantalla, a la new roman, al justificado… y a los emoticones, esos absurdos muñequitos sustitutos de las emociones que las teclas son incapaces de transmitir.

(Foto: mi pluma y mi letra)

12 comentarios:

  1. Vaya, pero si nos ha salido un romanticón de esos que escriben con pluma sobre el folio en blanco, jejeje.

    Yo eso lo he hecho muy pocas veces, nunca me he acostumbrado a eso, porque como soy tan indeciso, tendría que tirar folios y folios en sucio, hasta llegar a explicar lo que yo quiero de la mejor forma posible.

    Además, nunca he escrito con pluma, y mucho menos con esas que tienes que ir mojando en tinta, tiene que ser toda una experiencia.

    1 abrazo vecinillo. :P (emoticono sin emoción)

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  2. Yo he tenido un montón de plumas, todas con tinta lila, pero se me acaban secando, por que con los años, cada vez escribo menos...la de años que me he tirado con los dedos siempre manchados de tinta :)

    Bonitos recuerdos, bonita pluma.

    Besitos

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  3. Recuerdo los plumines, los tinteros, los chinos de tinta, los borrones, el papel secante, los primeros bolis, las estilográficas, Inoxcrom o Parker las más usadas en el colegio.

    Mi padre me regaló una Montblanc cuando acabé la carrera. He llorado su pérdida más que ningún otro objeto

    Muy bueno tu texto. Me ha gustado mucho

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  4. Así es la vida, los tiempos cambian y no siempre para mejor. Ahora somos esclavos del tiempo y todo va muy deprisa. Yo no recuerdo los tinteros, pero creo que todo ello, el papel rustico, la pluma y el tintero ayudaban a la inspiración. Bueno, y un buen vaso de vino.
    Interesante reflexión.
    Un abrazo.

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  5. Zoldar, yo siempre he sido un romanticón, con pluma o sin pluma. La mayor desventaja de escribir con pluma son las correciones, al final, lo que escribes (antes de pasarlo a limpio), acaba enguarrado con tachaduras, flechas, paréntesis, etc. Con el teclado basta con darle a suprimir y se acabó. Te voy a regalar un palillero con su plumín (si lo encuentro en algún lado...) verás qué gozada.

    Endercita, me ha gustado lo de que uses tinta lila, es una originalidad que te define, todas las personas a las que les gusta el color lila son especiales, y la gente especial es eso, especial. Yo siempre usé tinta azul o negra. Y también se me seca, por lo que cada vez que uso la estilográfica tengo que limpiarla (lo cual también es un ritual)

    Anónimo, los plumieres de madera de dos pisos... eran una gozada. Arriba ponía los lápices, la goma, el sacapuntas, etc. y debajo el compás, la bigotera... Y me has recordado el secante, donde quedaba grabado lo que secabas al revés, al estilo de como escribía Leonardo da Vinci. Yo soy mayor que tú, en mi época aún no existía el Inoxcrom. Mi primera pluma fue una Parker 21 color granate.

    Tetealca, es verdad, hoy todo se cronometra, todo son prisas, todo lo que hacemos hay que terminarlo antes de una fecha determinada o en nuestra empresa nos empiezan a presionar para que lo acabemos... Rendimiento, rentabilidad, angustia. Eso sí, lo que no ha cambiado es el vaso de vino, aunque ahora algunos lo sustituyen por el calimocho, que, dicho sea de paso, no está nada mal...

    Cosicas para todos vosotros.

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  6. Pues yo todavía recuerdo cuando aprendí a escribir a máquina con dos dedos y fue todo un descubrimiento, por que me obsesionaba la caligrafía y esto era una forma de sobrepasarla. Ya nadie me podía decir si escribía grande, pequeño o torcido.

    La pluma nunca se llevó bien conmigo, más que nada por que siempre fuí bastante patoso y era incapaz de escribir sin enguarrinar, pero lo que siempre me gustó fue empezar un cuaderno. Escribir en la primera página en blanco era todo un acontecimiento. Empezabas con muy buena letra e iba denigrándose a medida que se consumian las páginas, jejeje.

    El ordenador me gusta. Sobre todo las miles de posibilidades de comunicación escrita que te ofrece. Sin ir más lejos, poder ller lo que escribimos sin estar juntos.

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  7. Julio, yo bastante que escribo en el ordenador con dos dedos. Cada vez que meto el tercero, me confundo de tecla. Pero al menos he conseguido cierta velocidad, creo que ya más que escribiendo a mano. En lo de la comunicación te doy la razón ¿te imaginas que te tuviera que enviar por correo, en un cuaderno, lo que te mando por este maravilloso medio que es internet?

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  8. Simplemente te gastarías una pasta en sellos, jejeje.

    Yo acabo de descubrir el mundoblog y estoy que lo flipo. Si quieres, hasta puedes escribir un libro para que lo lea quien guste, pensar "en voz alta" o colgar las fotos de las que te sientes orgulloso.

    Pese a que, como cada moneda, también está la otra cara, la del riesgo de que vulneren tu intimidad y todo eso, aún sigo convencido de que la balanza se inclina más hacia el lado positivo que hacia el negativo. Espero no comerme nunca estas palabras...

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  9. El mundoblog son los libros digitales ¿no? Yo creo que acabarán terminando con los libros de papel, es inevitable. Lo que ocurre es que aún son muy caros. Pero nunca podrán con la "sensualidad" del libro de papel, su olor, su tacto, su volumen...

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  10. No me digas eso ni en broma, que yo como de los libros de papel, jejeje...

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  11. A mi, mi primera pluma me la regaló mi madre, tenía la ilusión de que yo siguiese algunas costumbres para ella especiales.

    Siempre utilicé tinta negra, la tinta azul no me gusta nada, hasta que descubrí la tinta lila, a los pocos años, me compré una pluma nueva y ya siempre utilicé la tinta lila.

    Tengo un montón de cartuchos en casa, sólo que cómo todo lo hacemos ya en ordenador, no tengo qué escribir con ella...

    Petonets

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  12. pues también era yo el anónimo...¡que cosas hago a veces!

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