lunes, 10 de enero de 2011
Jaco
A Jaco lo conozco desde ni se sabe. Compañero de colegio y de universidad, siempre fue “el otro”, el diferente, el que no fumaba cuando no fumar se consideraba poco elegante y poco varonil, el que prefería un paisaje de día a un cubata de noche. Caminaba a contracorriente, estorbando; o se mudaba a la acera de enfrente, la que no tiene escaparates, para ir solo sin molestar a nadie.
–Eres muy raro –le decíamos.
–Sí –contestaba; o no contestaba nada.
Acabados nuestros estudios universitarios, la vida nos separó. Tardé mucho tiempo en reencontrarlo. Hace tres años, cuando ya ambos peinábamos canas y calvas, me lo tropecé en la acera de una calle cualquiera sin escaparates. Parecía feliz. Me contó su vida: cuatro cambios de trabajo, tres veces separado, varios hijos de madres diferentes, cinco continentes, a punto de jubilarse... y enamorado de nuevo.
–Ni te imaginas cómo es, Diego –me dijo –, veinte años más joven que yo, alegre, vital, cariñosa, me tiene pillao, enamoriscao, encoñao, y además está colada por mí –; y acompañaba su exposición con sonrisas y grandes gestos con las manos y el cuerpo que demostraban una enorme alegría, una felicidad imposible de disimular.
–¿Cómo se te ocurre, a tus años? –le dije, enfadado y absorto–. Ya no estás para esos trotes, Jaco, cualquier día te da un parraque y te quedas panza arriba o panza abajo, a tu edad no hay que hacer el burro, sal con los amigos a echar la partida de mus o a tomarte un cafelito al bar de la esquina, y luego vuelve a casa a dormir la siesta, es lo que hay que hacer a nuestras edades, deja de soñar.
–Sí, eso es lo que me dicen mis ex-mujeres, mis hijos, mi prima, la asistenta y el cura de mi barrio –me contestó Jaco, mirándome sin perder la sonrisa y antes de despedirse.
Y se alejó caminando, ágil y sonriente, por la acera de la calle sin escaparates.
Ayer me lo volví a encontrar prácticamente en el mismo lugar. Estaba, no sé cómo decir, tristón, apagado.
–¿Qué te pasa? –le pregunté.
–Me ha dejado antes de ayer –me contestó con la mirada fija en el suelo.
–¿Ves? –me abalancé sobre él casi con furia– ¡Has estado haciendo el ridículo durante estos tres últimos años, mira que te lo dije, seguro que se ha ido con alguien de su edad! Cómo podías creer que estaba loca por ti, ¿eh? ¡Tonto, que eres un tonto iluso!
Jaco no dejaba de mirar al suelo. Al cabo de un rato, me contestó:
–Sí, Diego, tienes razón, es lo mismo que me han dicho mis ex-mujeres, mis hijos, mi prima, la asistenta y el cura de mi barrio.
–Anda, vente conmigo –le dije dándole un abrazo–, que he quedado con unos amigos a tomar un orujito y a echar la partida en el café de la esquina.
Anduvimos unos metros, sin hablar; hasta que poco a poco la sonrisa fue volviendo al rostro de Jaco. Se colocó unos cascos en los oídos y comenzó a canturrear al ritmo de la música que estaba escuchando:
“Puede que sea esta la canción, la que nunca te escribí,
tal vez te alegre el corazón, no hay más motivo ni razón,
que me acordé de ti.
Yo me fui, no sé hacia dónde, solo sé que me perdí.
Yo me fui, no sé hacia dónde y yo solo me perdí;
hay un niño que se esconde siempre detrás de mí”
Se soltó de mi brazo, me despidió con un gesto de la mano, y desapareció por la esquina de la calle que no tenía escaparates, bailoteando rítmicamente, rumbo a solo sabe él qué nuevos senderos.
Incorregible; este Jaco se nos condena, seguro...
(Foto: una calle cualquiera sin escaparates)
(Vídeo: el gran Fito y sus Fitipaldis interpretando la canción que tarareaba Jaco, "Me acordé de ti")
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Me gusta Jaco...
ResponderEliminarPasó olimpicamente de la opinión de sus ex-mujeres, sus hijos, su prima, la asistenta y del cura del barrio, hizo lo que quiso hacer, vivió como le dio la gana vivir!!!
Da igual lo que dure, lo importante es lo que queda.
Si... me gusta Jaco mmmmm incorregible Jaco
Bendito Jaco, que está vivo y quiere seguir estándolo.
ResponderEliminarCon esto del amor, estuve mucho tiempo con un fusible. Al final me lo quité. "Si me quemo por alta tensión, me quemo". Con fusible la baja tensión no da para encender una bombilla.
ResponderEliminarAhora mismo, no sé a que viene esto, pero me cuesta creer, Diego, que hicieras de cura de pueblo.
Me gusta el escrito y me gusta mucho la última sonrisa de Jaco.
Dos mil once sonrisas (pero que te den para todo el año),
Esteve
Si es que no es más feliz el que lo parece, el que sigue la corriente, el más social... cada vez lo tengo más claro. Cuando eres adolescente quieres parecerte a los demás, mimetizarte con tu grupo, luego vas creciendo y cada vez aprecias más a la gente interesante que te ofrece cosas nuevas, otros puntos de vista, que te sorprende siendo feliz con sus rarezas... la vida, qué caprichosa...
ResponderEliminarAhora mismo, no sé a que viene esto, pero me cuesta creer, Diego, que hicieras de cura de pueblo
ResponderEliminar:D y a mi!!!!, bueno yo es que no me lo creo...
Ay, ahora que me fijo era el cura del barrio.
ResponderEliminarY el "ahora no sé a que viene esto", me refería a lo del fusible.
Lou, para ti dos mil doce sonrisas para este año y un beso.
Salud para tod@s,
Esteve
gracias rastas, para ti y para Arnau cuatro mil veinticuatro...
ResponderEliminarya decía yo que la frase no tenía mucho sentido...:D, pero la idea es la misma, Diego de hacer algo hace la contraofensiva al cura y a las exmujeres...
besucos
igual de Jaco - igual de calavera,
ResponderEliminares este blus de la escalera!!
O soy vidente o esto ya lo había leído antes, es posible?
ResponderEliminarYo tenía un profe en el insti que decía que los raros y los que van contracorriente tiene más posibilidades de realizarse y ser felices y luego el muy cabroncete decía, verdad Ender????
Aunque la historia no es del todo cierta, sí que hay algo de realidad en ella. Los Jacos son los que hacen que el mundo siga rulando. Levanto mi copa para brindar por todos ellos ¡Hip!
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