domingo, 2 de septiembre de 2012

El pavo


Al coger las llaves para entrar en mi cabaña me fijé. Estaba detrás de mí, a tres metros de distancia, pluma negra, parado, moco colgante, mirándome. El pavo. Sin duda me había seguido desde algún punto del camino que tomé tras dejarla en su casa pelando patatas. Me observaba con insistencia indiferente. Le dije “¡ox, ox!”, en el idioma que se emplea para espantar a las gallinas, pero no lo entendía, o fingía no entenderlo, y siguió allí, impasible. Cerré la puerta y me acosté, era tarde. 

A la mañana siguiente, al salir para llegarme hasta su casa y comprobar si seguía pelando patatas, el pavo permanecía allí. Esperándome, sin duda. Por el camino de tierra me seguía a tres metros en silencio. Si yo paraba él paraba; si seguía, él seguía; si lo miraba, él me miraba. Tres horas detrás de mí por trochas, veredas, senderos y vaguadas. Harto, no sabía qué estrategia seguir para desprenderme de él, nunca me ha gustado que me siga un pavo. 

Al final decidí subir a la cima del Cerro Gordo, el más alto del lugar, a los pavos nunca les ha gustado subir montes, creo. Dos horas de subida atravesando canchales, laderas empinadas, aulagares. Al llegar arriba, exhausto, miré hacia atrás. Allí estaba el pavo, a tres metros, parado, sin muestras de cansancio. Mirándome. 

Entonces tuve una idea: señalé una nube que pasaba sobre nosotros –alguien, no recuerdo quién, me dijo una vez que a los pavos les gustan las nubes–, y aprovechando que giró y elevó la cabeza para mirarla –y que en el movimiento el moco le había tapado el ojo derecho–, me precipité monte abajo a toda velocidad, por la vertiente distinta a la que habíamos subido, saltando matorrales, piedras, arroyos, conejos y cabras, sin detenerme ni un instante para mirar hacia atrás, hasta que al fin llegué al pie del monte. Me detuve jadeando detrás de un enebro y miré a mi alrededor. No había pavo. Miré luego hacia la cumbre, pero no se lo veía bajar por la ladera. Libre al fin, pensé, y me encaminé a la casa de ella. 

Dos horas me llevó llegar, dando un rodeo para despistar, interrumpidas de trecho en trecho por miradas angustiadas a mi espalda por ver si el pavo me seguía. No había pavo, me había liberado de él, pensaba, ingenuo. 

Abrí la cancela del jardín y me dirigí a la puerta. Pude oír en el interior el ris ris del cuchillo pelador de patatas, quizás llegaba a tiempo. Pero antes de golpear la aldaba para que me abriera, giré la cabeza, escudriñé el entorno, temeroso, y... ¿sabéis quién estaba detrás de mí? Os equivocáis, seguía solo. No había ni rastro de aquel pavo que debería haber estado allí, a tres metros de mi espalda, mirándome, según los guiones establecidos y las historias previsibles. Algunos cuentos de pavos tienen finales sorprendentes.

(Foto: la cumbre del Cerro Gordo, y la nube que miraba el pavo)

13 comentarios:

  1. Es que la inteligencia del pavo mocordo ( de moco gordo ) suele ser cortita mas bien plana. Y seguro que el pobre perdido por esos cerros de Dios , o Murcianos te ha confundio con su mami. ahora estara llorando con ese horripilante graznido o chillido que puede enloquecer a las mentes mas equilibradas.
    LA VERDAD QUE LA HISTORIA ME HA PARECIDO GENIAL!!!

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  2. Hola!

    Al fin vuelves de tus vacaciones blogueras :)

    Creo que si me siguiera un pavo de esa manera al final lo adopto, le pongo un cordelito enganchado al cuello y me lo llevo de paseo por ahí, monte arriba y monte abajo :)

    A ver si un día de estos me subes al Cerro Gordo u otro monte de Caravaca :) Te prometo seguirte a 3 metros de distancia, aunque seguro que estaré más cansada que el pavo cuando llegue arriba :)

    Besos para ti :)

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  3. Lo que más me intriga de la historia es saber quién es esa señora que pela patatas :) Yo también quiero subir a ese cerro, como Ana María, pero un día que no haya nubes, no sea que me dejes por ahí "arribotas" :) Beso

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  4. ¿¿Ya estás pensando en la NocheBuena?? :) ¡qué previsor!

    Besotes del atlántico ;)(¡el agua está genial!)

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  5. ¡Qué genial, me has despistado por completo!
    Lo mismo hiciste con el pavo, ay, pillín, ahora caigo.
    Eres un encanto, seguro.

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  6. A mi lo que me pasó es que el pavo, ese que a todos nos acompaña a determinada edad, intentó hacer lo mismo, cuando llegué a otra determinada edad.
    Simplemente lo cogí por el cuello, hice una raya en el suelo, le pude el pico sobre ella, y siguiendo la costumbre pavesca, no se movió. Aún debe estar quieto esperando que alguien le levante el pico. Y de esto hace más de cuarenta años...
    ¿Mentira?. Hacer la prueba.

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  7. Si el moco le hubiera tapado el ojo izquierdo, ahora estaría detrás de ti: pero en estos momentos en que el ojo derecho dirije el país con la misma maestría que el ojo ciego, el pavo quedó también ciego...
    Y ahora ¿que harás en navidad, sin extra y sin pavo?

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  8. Bueno, como no sé que comentario dejar y lo único que me viene a la cabeza es un verso de Navidad que me hicieron aprender de memoria cuando tenía yo unos 4 o 5 años.

    Lo leo ahora y alucino como podían enseñar esto a niños de 5 años. Suerte que no debí entender la mitad que si no vaya trauma.

    En mi familia soy famoso por como lo recité. Aún se acuerdan. Todo el mundo descojonándose de risa menos mi madre, claro. De hecho sí que lo hacía pero por dentro. Se ve que yo solo la miraba a ella como diciendo como te rías tú, pliego.

    Os pongo el verso:

    CARTA DE UN PAVO A SU ESPOSA
    Carta de un pavo a su esposa,
    Carta de verdades llena,
    Muy sentida y cariñosa,
    Que escribió un pavo a su esposa
    En vísperas de Noche Buena.

    Pava de mi corazón:
    Escuchame y no te asombres,
    No te fies de los hombres,
    Tu no sabes lo que son;
    En mi anterior te decía
    Lo bien que en Madrid yo estaba
    Y lo que me paseaba por sus calles
    Todo el dia, Bien mis paseos pague
    Pues un domingo sali
    Un hombre se fijo en mi,
    Yo asombrado le mire, Cuanto vale?
    Pregunto, Cinco duros, precio fijo
    Lo quiere usted, si o no.
    Yo sentí un escalofrío, quise en vano
    Hacer la rueda, vi brillar una moneda
    y el hombre exclamo, !Ya es mio!
    Por las patas me cogió
    Figurate que trabajo, y ay Pava, cabeza abajo
    A su casa me llevo, iba a llorar como un niño
    Cuando a su casa llegamos, y vi que mis
    Nuevos amos, me trataban con cariño;
    !Vaya pavo, si es los buenos! ! Si pesa casi un quintal!
    !Parece que esta relleno....Manuela
    Cuidelo usted, (Manuela es una criada)
    Que nada le falte nada, Señorito...Ya lo se.
    Dele a comer cuanto quiera, muchas nueces
    Sobre todo, Y en fin hija, de tal modo
    Me trato la cocinera que yo no pensaba en nada
    Solo en comer repetía, No hay ganga
    Como la mia, ni vida mas regalada.
    Pero ay, que estaba en un error,
    Pues me acabo de enterar, de lo que te va
    A costar, un gravisimo dolor;
    Sabes porque me trataban con tanto lujo
    Y derroche?, para comerme esa noche
    Y por eso me engordaban.
    Mas hombre pérfido hare, que me convierta
    En veneno; Me he comido, cuatro cajas
    De fósforo de cascante, Ten presente esta lección
    Y en ella los ojos fijos, haz que la aprendan
    Mis hijos, hijos de mi corazón, y gritad
    Una y mil veces, con voz que a la tierra
    Asombre, !Guerra a la mujer, al hombre
    A las trufas y a las nueces.

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  9. Iota desconocido/a, el pavo me seguía porque yo tengo aspecto pavuno, sin duda. No le veo otra explicación. Abrazote lanzado de los cuatro puntos cardinales para que te llegue.

    Ana María, si algún día subimos a algún monte juntos no te voy a llevar a tres metros detrás, sino delante, que tú eres más jovencica y andas más que yo, seguro.

    Esther, mi próxima entrada te la dedico. Va de señoras que pelan patatas :)

    Framboise, ya sabes cómo pienso: donde esté mi mediterráneo cálido y acariciador que se quite tu atlántico frío y antipático. Cuestión de brazadas.

    Virgi, soy un encanto, efectivamente :)

    Pedrice, no recordaba la técnica de la inmovilización de pavos. Si la hubiera recordado la habría puesto en práctica y me hubiera ahorrado tantos parribas y pabajos.

    María Jesús, sin pavo puedo pasar en Navidad. Lo malo va a ser pasar sin extra ;)

    Esteve, hermano, me ha gustado tu poema. La rebelión del pavo :) Un abrazo especial para ti, tio salao :)

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  10. Tremendo Diego, a veces olvido lo sardonicamente certero que eres y de nuevo me sorprendes.
    Un beso

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  11. Seguro que si es una pava, no le hubieras dado esquinazo, ajjajaj.

    Buen relato, Diego

    Muchos besos

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  12. Hola Diego.
    Que sepas que sonrío mucho con tus declaraciones de amor.
    Besos besos.
    Y sonrisas, of course.

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