lunes, 28 de febrero de 2011

Torcerse a la izquierda


Se te está torciendo a la izquierda–, me dijo un vecino mirándolo fijamente hace unos días, al cruzarnos en el portal; y siguió su camino sin otros comentarios. Yo no me había fijado, los fijamientos propios son subjetivos, o interesados, o poco reales: falsos. Por eso es positivo que un vecino imparcial con el que apenas te unen unos “buenos días” en el ascensor, o “buenas tardes”, te lo diga: –Se te está torciendo a la izquierda–, me dijo. Yo ya lo sospechaba por las huellas que dejaba desde hace algún tiempo en la arena de la rambla, parecidas a un punto de interrogación escorado –levemente, me pareció– hacia la izquierda.

Entonces lo observé, con cierta prevención, procurando imaginar que el observamiento fuese ajeno, de otro, no el mío propio, para evitar juicios decantados: efectivamente, aquello tenía un ligero torcimiento a la izquierda; apenas perceptible al principio pero que se acentuaba levemente a medida que avanzaba alejándose –poco, todo hay que decirlo– de mí. Sus huellas en la arena y la aseveración del vecino –hecha sin duda sin mala fe– confirmaron la realidad: se me estaba torciendo a la izquierda.

No sé en qué terminará esto, los futuros de los torcimientos son impredecibles; si será algo circunstancial, momentáneo –corregible tal vez por el simple procedimiento de ponerle un tutor, como se le pone a los rosales para que no se desvíen de la trayectoria heliotrópicamente correcta–, o se trata de un torcimiento progresivo, inevitable, definitivo, de manera que él acabe yendo cuando yo vengo, o viniendo cuando yo voy. O quizá está iniciando un movimiento helicoidal a modo de sacacorchos, y este torcimiento observado por mí no es más que el inicio de la primera hélice; cosas así se han visto.

Tendré que vigilarlo en adelante; y ocultarlo de la mirada crítica de posibles vecinos en el portal. O quizá será mejor exhibirlo sin miramientos, como un hecho diferencial digno de algún tipo de orgullo y consideración. No sé, algo se me ocurrirá.

(Foto: sentido obligatorio cerca de mi casa)

8 comentarios:

  1. Mira,te lo iba a decir hace poco "se te está torciendo" pero me parecío que era intrometerme y callé.
    Hombre, yo creo que no pasa nada... hasta le da un aire coquetón, divertido, pillín.
    Puede que sea por el cambio climático ( ya sabes, ahora todos los torzamientos inexplicables son por el cambio climático) o las manchas solares o porque sí, sin más.
    Tú, tranquilo. Algo se te ocurrirá, seguro.
    ... A todo esto... ¿de qué hablamos? jajaja

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  2. jajaja ahora sí que está torcido con tanto forzar jajaja

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  3. Yo lo dejaría como está, si lo tratas de enderezar se puede quebrar, si su querencia es a la izquierda, déjalo estar.

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  4. Supongo que por la izquierda también se llegará a alguna parte, pero no lo sé, que parece que todos giran a la derecha, por más que el cartel obligue a lo contrario.

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  5. Has probado a en tutorar lo que sea que se este torciendo?, jeje

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  6. No sé, yo creo que el tipo está hablando de un sueño que se le escapa por el cerebro transparente, una utopía que le ve el vecino. Pero también puede ser algo consecuencia del cambio climático. O el perro que está sacando a pasear. O el abuelillo, que saca a dar un garbeo. O su pie, que se le tuerce a la izquierda. No sé, se lo preguntaré al vecino...

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  7. Cuando te conteste el vecino, nos lo cuentas!!! jajajjaja tengo yo curiosidad por saber que es lo que se le tuerce a la izquierda.
    Sea lo que sea, lo mejor que puede hacer, es aceptarlo y exhibirlo sin miramientos.

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  8. Me gusta lo del cerebro transparente, como un invernadero.Y en este invernadero, se ha colado una semilla desconocida traída por el viento, pasa a veces.
    Es más, por el movimiento helicoidal, podría ser una enredadera, tipo ipomea o algo así.
    Remedio: o se arranca de cuajo para dejar crecer lo que estaba previsto o se deja y se observa a ver lo que sale. El jardinero elije, que es amo de su invernadero... de su cerebro quería decir jaja

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