Miré sorprendida la hierba de la parcela. Estaba muy alta, llovió mucho en primavera. Decidí segarla. Arranqué el corta-hierbas al quinto intento, como siempre, y comencé a arrastrar el ruidoso cacharro, arriba y abajo. Mis dos caballos, Chupa y Cisco, me miraban; siempre me miran cuando me ven zascandilear por allí. Olía a hierba segada.
¡Qué a gusto estoy en este lugar! Hace tiempo rompí amarras, dejé la ciudad, sus ruidos, sus prisas, sus malos humores, sus malos amores, su congestión, y me vine a vivir aquí, sola, ante la incomprensión general. —Estás "zumbá", te falta un tornillo— me decían. Aquí me he hecho huertana, mecánica, agricultora, ganadera, jardinera, hasta tengo una piscina para nadar unos largos. Y mis caballos. Y un perro. Y un tractor. Y cantidad de amigos para los que siempre hay un cacho de empanada, una botella de vino, una palabra y una sonrisa. Soy una mujer feliz.
En esas cosas iba yo pensando cuando las aspas de la máquina hicieron un ruido extraño, como de haber chocado con algo, y se caló el motor después de toser dos veces. Cisco no dejaba de observarme. Chupa no; me suele observar menos. Levanté el cacharro por un lateral y ví el motivo de la avería: un tornillo, grandote, había pegado contra las aspas. Lo cogí y lo miré pensando de dónde podía proceder ¿Del tractor? No, el tractor tenía todos los tornillos en su sitio.
Entonces recordé... me toqué la cabeza y, un poco por encima de la oreja izquierda, disimulado entre el pelo, palpé el hueco. Allí podía caber el tornillo. Lo aproximé al boquete, apoyé el borde, empecé a roscar, y comprobé que encajaba a la perfección. Apreté a fondo. Cisco y Chupa me seguían mirando, algo perplejos pero no tanto, están acostumbrados a verme hacer cosas raras.
Con el tornillo ya apretado, mis pensamientos cambiaron. Me sentí más otra, menos yo, más grey, menos personal, más infeliz, más incómoda, peor... Me asusté. Sin dudarlo un instante, desenrosqué el tornillo y lo lancé violentamente por encima de la valla que me separa del vecino, el de las gallinas. Espero no volver a encontrarlo jamás (y no haber matado alguna gallina del tornillazo) Volví a arrancar el motor al quinto intento, como siempre, y seguí con mi faena, satisfecha, liberada y canturreando el veinte de abril de los Celtas Cortos. Cisco no dejaba de mirarme.
(Fotos realizadas por María Jesús y usurpadas de su blog "Paradela de Coles")
(Fotos realizadas por María Jesús y usurpadas de su blog "Paradela de Coles")
Hermosa metáfora, ya me gustaría a mí que me faltara justo el tornillo que me sobra para poder estar tan "zumba" y disfrutar de las cosas sencillas.
ResponderEliminarEstoy convencida de que esta vez, muy especialmente, la votación va a estar muy reñida.
Suerte y hasta pronto.
" Me ha mirado/ y me ha visto/Hoy creo en Dios"
ResponderEliminar(Si don Gustavo Adolfo despertase, me mataría)
Que buen recorrido por Paradela de nuestra amiga María Jesús, no has dejado "titeres con cabezas" un entrada muy personal pero a la vez real, se nota que visitas "su casa" a diario, un saludo, desde Tomara que tu viera...
ResponderEliminar¡¡Ostras!! qué suerte que era tu tornillo... si llega a ser el mío y me vuelvo seria (aún más) y lógica (por primera vez) me habrías creado la duda de si tirarme al tren o al maquinista uuufffff ;)
ResponderEliminarTe felicito por el relato. Suerte y un gran abrazo
Así es como veo yo (y creo que todos) a nuestra querida anfitriona, Mª Jesús,una mujer para todo, liberada y feliz y, aunque tenga ese tornillo de menos, con las ideas bien claras.
ResponderEliminarMuy buena radiografía, jejeje
Mucha suerte en el concurso
Me ha encantado la reacción de sacarse el tornillo y tirarlo bien lejos...
ResponderEliminarEse punto de locura necesario... ¿De qué sirve tener todas las piezas en su sitio y bien ajustadas si se vive mejor con un tornillo menos?
Muy original.
Ese tornillo de menos, es un tornillo de más, en la vida hay que hacer aquello que trae la felicidad. Mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarbesitos
Asi deberíamos reaccionar cuando nos sobran cosas en la cabeza.
ResponderEliminarBuena metáfora.
¡Suerte!
Jajjja, Chupa y Cisco. Muy chula la entrada.
ResponderEliminarUn saludo
Jajaja, que relato más divertido. Me ha encantado cuando se ajusta el tornillo y siente las cosas diferentes y entonces lo lanza lejos. Que gracioso.
ResponderEliminarSuerte en el concurso.
Hola a todos :)
ResponderEliminarMe quedo con esto:
"Me sentí más otra, menos yo, más grey, menos personal, más infeliz, más incómoda, peor... Me asusté."
Ojalá pudiera tirarlo todo por la borda y empezar de nuevo, ser más feliz, más yo, estar metida en este círculo, en esa espiral que te lleva adonde tú no quieres de verdad. Da miedo, vértigo.
Me tendré que pasar por el blog de María Jesús :)
Un beso para tí, Diego :)
Besos para los demás :)
... Pues yo... precisamente al revés. Me explico: depende de cómo se interpreta "Te falta un tornillo"... ¿te falta un tornillo por... volver a la tierra?....
ResponderEliminarPues yo, me volví a sentir YO al recuperar mis tornillos perdidos en la ciudad cuando volví a vivir entre la tierra y el cielo y no en el asfalto... otra forma de verlo... mis tornillos son los árboles, la naturaleza, las manos en la tierra, la gente sencilla,... lo que me hace feliz ;) y hace que mi cafetera funcione como a mi me gusta... Otra forma de bricolaje jajaja
Me ha encantado. Besote.
Muy buena la historia. Yo creo que a todos los que andamos por este concurso nos falta ese tornillo: mejor así.
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarPor cierto, suerte en el concurso, Diego :)
Un beso :)
Muy buena la metáfora del tornillo. Es verdad que a veces conviene coger el tornillo y tirarlo lejos...me imagino que no habrá dado a loas gallinas del vecino.
ResponderEliminarUn escrito divertido, genial, con una enseñanza muy buena.
Suerte!
Diego muy original tu propuesta, un relato perfecto y ese tornillo... mejor no ajustarlo.
ResponderEliminarSuerte.
Precioso. Magnífico relato y el recorrido por casa Mariajesus, con tornillo o sin? jaja, besos, felicitat :)
ResponderEliminarYo también pertenezco al grupo de los del "tornillo perdido" Y tan a gustico que me encuentro. Yo pensaba que no se iba a identificar a María Jesús como la protagonista de la historia, como cambié el nombre de los caballos... :D Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarMuy divertida la metáfora. Voy a ver si encuentro ese tornillo para aflojármelo un poco, a ver que se siente :)
ResponderEliminarUn saludo y suerte
ibso
Un simple tornillo nos cambia la vida.
ResponderEliminarBesitos y suerte!
Yo soy otro tornillo perdido, pero a veces me da miedo y prefiero apretarlo un poquillo. Debe ser la edad ;-)
ResponderEliminarGenial relato, genial
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