y fuimos tangentes
en un punto que se detuvo,
se prolongó irreverente
sesgando geometrías y formulismos,
se retorció como solo se retuercen
dos limacos exprimiendo
un abrazo helicoidal que se vacía.
un abrazo helicoidal que se vacía.
Luego seguiste viajera
tu parábola ascendente,
tu parábola ascendente,
yo mi hipérbola caduca
sabiendo que ningún destino
ninguna errada matemática
nos volvería nunca a tangenciar.
Y me gusta mucho y lo noto dentro como una vivencia, pero me da tristeza, no se porque..... sera que es tarde y estoy cansada,sera que las separaciones siempre se llevan un trozo de corazon
ResponderEliminarMuy melancólico... Mucho. Como un caracol sin concha.
ResponderEliminarO será por la luna llena que siempre me afecta, pero sí...triste. :(
A mí también me ha producido tristeza :(
ResponderEliminarPero Diego, con eso de las tangenciales, nunca se sabe...
Rupturas geométricas que terminan convirtiéndonos en retro fractales.
ResponderEliminarUn abrazo, Dieguique. Y no estés triste... o bueno sí, ¡qué caramba!
Por eso hay que aprovechar esos momentos de hélice pasional, nunca se sabe.
ResponderEliminarBesos, artista.
¡Bravo!
ResponderEliminarTe ha quedado genial, Diego.
Defines con mucho arte una ruptura dolorosa.
Saludos.
Yo no veo tristeza, sino todo lo contrario (¡qué mal transmito! :) Como dice Virgi "hay que aprovechar esos momentos de hélice pasional". Siempre se recuerdan esos encuentros ocasionales con una sonrisa, y no hacen daño a nadie :)
ResponderEliminarme encantan las letras cuando bailan on el ritmo de tu mente
ResponderEliminar