La gallina estaba en el pasillo. Al pasar junto a ella, se abalanzó sobre mí y me mordió un ojo.
La hembra del gallo, de menor tamaño que este, de cresta pequeña o rudimentaria, con cola sin cobijas prolongadas y tarsos sin espolones, estaba en la pieza de paso larga y angosta del edificio. Al pasar junto a ella, se inclinó hacia delante hacia mí y me clavó los dientes en un órgano de la vista.
El animal de sexo femenino del ave del orden de las Galliformes de aspecto arrogante, con la cabeza adornada de una cresta roja, carnosa y ordinariamente erguida, de pico corto, grueso y arqueado, carúnculas rojas y pendientes a uno y otro lado de la cara, de menor tamaño que aquel y de carnosidad roja sobre la cabeza pequeña o rudimentaria, con la extremidad posterior del cuerpo y de la columna vertebral sin las plumas pequeñas que cubren el arranque de las penas del ave prolongadas, y la parte más delgada de las patas que une los dedos con la tibia sin las apófisis óseas en forma de cornezuelo, estaba en el espacio largo y angosto de paso entre los tabiques de la construcción fija hecha con materiales resistentes. Al pasar junto a ella, se apartó algo hacia adelante de su posición perpendicular al suelo, hacia mí, y me clavó los cuerpos duros engastados en sus mandíbulas y que sirven como órganos de masticación o de defensa, en la parte de mi cuerpo animal que ejerce la función de ver.
El ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso del sexo femenino del animal vertebrado, ovíparo, de respiración pulmonar y sangre de temperatura constante, con pico córneo, cuerpo cubierto de plumas, con dos patas y dos alas aptas por lo común para el vuelo, del orden de las Galliformes y de aspecto altanero o soberbio, con la parte superior del cuerpo, en la que están situados algunos órganos de los sentidos e importantes centros nerviosos, adornada de una carnosidad roja ordinariamente erguida, de parte saliente de la cabeza compuesta de dos piezas córneas, una superior y otra inferior, que terminan generalmente en punta y sirven para tomar alimento, corta, gruesa y arqueada, carnosidad de color rojo vivo y naturaleza eréctil y pendientes a uno y otro lado de la parte anterior de la cabeza, de menor tamaño que aquel y de carne irregular roja que sobresale de la parte superior del cuerpo en la que están situados algunos órganos de los sentidos e importantes centros nerviosos, pequeña o rudimentaria, con la parte extrema o última posterior del conjunto de los sistemas orgánicos que constituyen su ser y de la columna vertebral sin presentar prolongaciones en las piezas pequeñas de que está cubierto el cuerpo y que cubren el arranque de las penas del animal vertebrado, ovíparo, de respiración pulmonar y sangre de temperatura constante, pico córneo, cuerpo cubierto de plumas, con dos patas y dos alas aptas por lo común para el vuelo, y la parte más flaca, cenceña o de pocas carnes de las patas que une los apéndices articulados en que terminan el pie con el hueso principal y anterior de la pierna que se articula con el fémur, el peroné y el astrágalo sin las partes salientes del hueso que sirve para su articulación o para las inserciones musculares en forma de cornezuelo, estaba en el espacio largo y angosto de paso entre las paredes delgadas que sirven para separar las piezas de la construcción fija hecha de cada una de las materias que se necesitan para una obra resistente. Al pasar junto a ella, se apartó algo hacia la parte anterior de su posición que formaba un ángulo recto con la superficie artificial que se hace para que el piso esté sólido y llano, hacia mí, y me clavó los cuerpos duros engastados en cada una de las dos piezas córneas que forman el pico y que sirven como partes del cuerpo animal que ejercen la función de masticación o de mecanismo natural por el que un organismo se protege de agresiones externas, en una porción indeterminada del conjunto de sistemas orgánicos que constituyen mi ser vivo y que ejerce la capacidad de actuar propia de la percepción por los ojos de los objetos mediante la acción de la luz.
(Continuará)
... Me lo temía... Queneau en ayunas, es lo que tiene jaja
ResponderEliminarNo!!! no se lo lleven!!! No es peligroso jajaja
... esperando la continuación...
Puro Quéneau, Framboise, efectivamente. Par quien no lo sepa (yo no lo sabía hace dos meses) Quéneau pertenecía a un grupo llamado Oulipo (siglas en francés de "taller de literatura potencial") en el que hacían experimentos, la mayoría cachondos, con la literatura. Uno de los métodos era la llamada "literatura deficional", que consiste en escribir un relato muy corto e intrascendente y reescribirlo x veces sustituyendo cada vez los nombres, adjetivos y verbos por la definición que de ellos dé el diccionario. Eso es lo que yo he hecho, usando el diccionario de la RAE. Así, del relato-chorra inicial de 20 palabras he pasado al "ladrillo" final de 468 palabras en solo tres aplicaciones del método. Y así podría seguir ad infinitum.
ResponderEliminarQueridísimo tío, aparte de divertirme con la lectura de tu "acrobacia" literaria, no me queda más que recomendarte que cambies de camello, porque te están vendiendo una cosa muy mala...
ResponderEliminarPero si persistes en tu empeño. esperaré ansioso esa segunda parte y prometo contestarte con un conjunto de bonitos oxímorones.
N'abrazo
Hola!
ResponderEliminarEsto parece dadaísmo.. supongo que será de la misma época, aunque no recuerdo ningún autor.
Lo que más me ha gustado ha sido esa gallina que parece que está triste.. a saber lo que le hiciste después de que te picara en el ojo.
Besitos cachondos, como los experimentos que nombras, Diego ;)
Besos para los demás :)
Sí, Pedro, el bazuco de farlopa que me endiñó el camello estaba chungo, fue un gatazo. Lo noté nada más meterme el tiro de la primera loncha, me dio la pálida. Y después del viaje me puse a escribir; así salió lo que salió. Y es que los camellos ya no son los de antes.
ResponderEliminarAna María, la gallina debe seguir en el pasillo. No lo sé ni no sabré, ya no oso pasar por allí no sea que me joda el ojo que me queda sano.
Sí, Diego, pero tu a mi no vuelvas a llamarme cobarde ¿eh?
ResponderEliminarYa veo que no soy la única que piensa en Queneau.
ResponderEliminarLas gallinas siempre me parecieron animales extraños, desde que era pequeña y recogia los huevos.
Besitos, cuídate.
Paradeliña, sabía yo que tú le cogerías el sentido al texto... :)
ResponderEliminarVirgi, yo he descubierto a Queneau hace nada. Me divierten mucho sus divagaciones. Ahora quiero hacerme con una novela suya "Zazie dans le métro" para ver si como novelista me gusta también o sus divertimentos no eran más que recursos de mal escritor.
toda mi vida familiarizada con las gallinas y nunca me fijé en sus dientes...quiero decir en los cuerpos duros engastados en cada una de las dos piezas córneas que forman el pico y que sirven como partes del cuerpo animal que ejercen la función de masticación o de mecanismo natural por el que un organismo se protege de agresiones externas...
ResponderEliminarNo te acostarás sin saber una cosa más...¡ale ahora me voy a dormir!