lunes, 11 de julio de 2011

El encuentro


Juan vivía en una ciudad situada al norte de la Sierra del Olvido. Era un hombre solitario. Alguna mujer hubo en su vida, pero su soledad enraizada, su independencia y su amor a la libertad siempre mataban la convivencia. Necesitaba una mujer que fuera como él, con sus mismos gustos y manías, soñaba con ella, la inventaba cada noche.

Nuria vivía en una ciudad situada al sur de la Sierra del Olvido. Era una mujer solitaria. Algún hombre hubo en su vida, pero su soledad enraizada, su independencia y su amor a la libertad siempre mataban la convivencia. Necesitaba un hombre que fuera como ella, con sus mismos gustos y manías, soñaba con él, lo inventaba cada noche.

Un domingo, Juan decidió subir a la sierra del Olvido. Le gustaba subir montañas. Se levantó temprano, se vistió la ropa verde oliva que le gustaba llevar en el monte, preparó la mochila azul, desayunó leche fría y cereales. En hora y media estaría en la cima.

Un domingo, Nuria decidió subir a la sierra del Olvido. Le gustaba subir montañas. Se levantó temprano, se vistió la ropa verde oliva que le gustaba llevar en el monte, preparó la mochila azul, desayunó leche fría y cereales. En hora y media estaría en la cima.

Juan ya veía el perfil del vértice geodésico de la cumbre. Llegaría y se sentaría en la piedra solitaria, desde la que le gustaba contemplar los valles y las llanuras lejanos.

Nuria ya veía el perfil del vértice geodésico de la cumbre. Llegaría y se sentaría en la piedra solitaria, desde la que le gustaba contemplar los valles y las llanuras lejanos

Juan remontaba la última cresta... y la vio: una mujer vestida de verde oliva, con una mochila azul, sentada de espaldas en la piedra solitaria. Sorprendido, se detuvo y se agazapó para no ser visto. 

Así transcurrió un rato, ella sentada sin verlo, él mirándola en silencio. 

Finalmente, Juan dio media vuelta y comenzó a bajar la montaña despacio, muy despacio, procurando no hacer ruido para no ser descubierto por aquella mujer que había usurpado su lugar.

(Foto: en la cima de Revolcadores - Murcia)

8 comentarios:

  1. Hola Diego :)

    Me ha encantado, gracias :)

    Yo no me hubiese ido, hubiera hablado con ella, lo mismo hasta le gustaba que alguien tuviera ese lugar como especial, lo mismo se daban cuenta de que eran afines. Si uno no se arriesga no consigue nada, creo que no hay que cerrarse a lo que se nos presenta :)

    Me gusta la foto :)

    Un beso para tí :)

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  2. "A mis soledades voy
    De mis soledades vengo
    Porque para andar conmigo
    Me bastan mis pensamientos."..... recitaba Nuria, con los labios apretados. Sonrió amargamente "¿Seguro?"...
    El grito de un pájaro asustado le hizo girar la cabeza y descubrió a un hombre bajando entre piedras.Suspiró:"Esos domingueros... Tendré que venir entre semana."
    Fue al cabo de horas cuando le cruzó la mente una imagen:"Así, de espaldas, esta forma de andar... se parecía a Juan... ¡qué lejos!...el noviete del instituto..."

    Vaya par de dos :D :D

    Bonito texto y bonita foto ;) Besote...

    ...y perdona la libertad que me he tomado pero ... lo de "aquella mujer que había usurpado su lugar" me hizo pensar que ella podía pensar lo mismo... :D:D

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  3. ..... Y se conocieron, y se se casaron...., y vivieron adosados, espalda contra espalda, y tuvieron por correspondencia, eso si, hijos muditos e independientes.....
    Y vivieron muchísimos años felices, esa la manera........
    Totalmente de acuerdo.
    Pedrice

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  4. Si hubiera sido ella la que le hubiera encontrado a él, la reacción habría sido la misma. Los solitarios vocacionales dejan de serlo en cuanto pasan de ser uno a ser dos. Raros sí son...

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  5. Bueno, pues sí, somos raros ¿y que?
    Ni siquiera con un igual, Juan hizo bien marcharse.

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  6. ¡Vaya! Pensé que acabaría mejor.
    Espero que la próxima vez se miren a los ojos y sepan que se encontraron para acompañarse en la soledad.
    Besitos

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  7. este Juan es tonto, se puede estar en soledad y acompañado, no creo ni por poco que no se puedan tener las dos cosas a la vez

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  8. Magnífico relato, en contenido y en redacción.
    Un placer. Creo que volveré.
    Un afectuoso saludo.

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