–Todo está escrito. En el árbol, en el mar, en el aire.
Me lo dijo mi padre un día que me decía cosas, y yo pensé que se había vuelto medio loco. Luego comprendí que, simplemente, era un poeta. Porque ser poeta es una forma como otra cualquiera de estar medio loco.
Una gota dentro de una cueva. Cuelga de lo que un día, dentro de siglos, será una estalactita. Los despojos calizos de la geología. Otra forma de locura. O de poesía. Observo atentamente, a la luz de la linterna, y veo... ¡frases dentro de la gota! ¡Frases con sentido, ordenadas, destacando como culebrillas blancas cálcicas en el interior transparente del agua! Inquieto, comienzo a leer:
"Cuando despertó por la mañana, Bushman constató que le faltaba un brazo. No se dio cuenta enseguida; el sueño aún atenazaba su consciencia. Solo lo sospechó cuando intentó ponerse el calcetín que había dejado cuidadosamente la noche anterior en el interior de su zapato derecho."
¡Obviamente, era un cuento, un breve relato que cabía en una simple gota de agua! Con un inicio que me enganchó, una de las claves necesarias de todo cuento: el enganche inicial. Hasta el nombre del previsible protagonista me pareció bien elegido: Bushman, un apellido que no definía su condición de hombre o mujer, aunque la terminación “man” podía inducir a pensar en una identidad masculina, quizá un truco intencionadamente buscado por el narrador para confundir al lector. La continuación iría desvelando poco a poco el personaje, supuse. O no, en los cuentos nunca debe uno suponer nada. Seguí leyendo la gota, a la luz de la linterna.
"Alargó la mano, o lo que él creía que era la mano. El calcetín seguía en el interior del zapato, indiferente a su esfuerzo por agarrarlo e introducirlo en el pie, frío a esa hora de la mañana. 'Algo está pasando', pensó Bushman, con gesto de preocupación."
Esta parte no me gustó. Si alargaba la mano, o lo que él pensaba que era la mano, era obvio que no notaba la ausencia de su brazo, que según el inicio del cuento apreció cuando intentó ponerse el calcetín. Quizá el cuento estaba pendiente de una revisión que el autor aún no había efectuado.
"Se puso en pie y, nervioso, acudió al cuarto de baño. Encendió la luz y miró su imagen reflejada en el gran espejo de bordes plateados."
Lo de los bordes plateados me pareció superfluo, un adorno inútil y algo hortera que no intervendría en el resto del cuento. Los cuentos deben centrar nuestra atención en la trama, sin desvirtuarla ni desviarla por caminos que no conducen a ninguna parte. A no ser que esos desvíos aparentemente inofensivos cobren al final un protagonismo imprevisto. Intenté no olvidar lo de los bordes plateados por si era un detalle importante en el desenlace de la historia. Seguí:
"A Bushman se le escapó un grito apagado. ¡Efectivamente, le faltaba el brazo derecho! Se restregó los ojos con su única mano, incrédulo. Levantó el brazo izquierdo y la imagen repitió el movimiento, simétrico e instantáneo. Intentó lo mismo con el brazo derecho, pero la imagen reflejada no mostró el menor movimiento. ¡Había desaparecido su brazo derecho!. Intentó recordar: la noche anterior se había acostado como todas las noches a las doce. Había leído un rato, sujetando la novela con los dos brazos, lo recordaba bien. Había apagado la luz a las doce y media, accionando el interruptor con la mano derecha, estaba seguro... y se había dormido. Sin duda ¡el brazo le había desaparecido durante la noche, mientras dormía! Hizo un esfuerzo por recordar sus sueños; algo o alguien se lo había robado ¿Quizás Bradley?"
¡Bradley!; surgía un nuevo personaje que presumí iba a ser fundamental en el desarrollo del relato. ¿Quién sería ese Bradley? ¿Un amigo? ¿El brazo derecho de Bushman? ¿Un hombre? ¿Una mujer (tampoco se indicaba su nombre, solo el apellido)? ¿Su propia imagen reflejada en el espejo de bordes plateados? ¿El espejo era el límite de la gota de agua? ¿Bradley quería salir de su encierro y había ideado una historia de brazos desaparecidos para meter a Bushman dentro de la gota de agua? Incógnitas, incógnitas. El cuento se ponía interesante, al menos para mí, que paso por ser un sujeto simple e impresionable. Me decidí a seguir leyendo cuando...
...noté que la gota, hasta ese momento inmóvil, ajena, enganchada por su pie de fantasía a la columna caliza, me miró, quizá deslumbrada por la luz de la linterna. Con mala cara, todo hay que decirlo. Como si me acusase de cotilla y de metomentodo. Y decidió desprenderse de la columna y estallar en el suelo, situado dos metros más abajo, llevándose consigo el desenlace de la historia.
Me agaché para ver si recuperaba algo, pero solo encontré letras dispersas húmedas y desordenadas, entre las piedrecillas del suelo. Las recogí con cuidado, las metí entre mis dos manos y las lancé, como si fueran dados, para intentar que se recompusieran y rematasen el cuento inacabado. Enfoqué con la linterna el resultado de mi intento y pude leer esto:
"Uuygsio nui nbagter mouerir, vdfte, hsyrtecal, Bihaytrnavb. Muatqwbaey, poetrvenxu de iaute, gatyerfipao. Kuuy. Abgetyr, jueoñmnfg, muryfatr. Bfarehyl, sn. Nhvzxsa eiu gbatyr npouie nuhdvs, muryfa fdnm."
¡Imprevisto desenlace por lo sorprendente!, como debe ocurrir en todos los cuentos; el final solo se debe desvelar en los últimos párrafos, o no desvelarse y dejar planeando dudas. Me gustó tanto que lo volví a leer, esta vez con mayor atención por si se me escapaba algo. Pero no, continuó siendo el mismo, imprevisto y original final. "Mi" final, el que yo había interpretado, tan libre como otro final cualquiera. Feliz, me dirigí hacia la salida, procurando no pisar, desbaratándolas, aquellas frases blancas que ya siempre quedarán en mi memoria y en la de la cueva.
Afuera, miré al pino de los dos troncos y apagué la linterna. Su luz ya no era de ninguna utilidad.
(Foto: gota en la cueva de Mayrena)
Afuera, miré al pino de los dos troncos y apagué la linterna. Su luz ya no era de ninguna utilidad.
(Foto: gota en la cueva de Mayrena)
Tantas cosas en una gota de agua, bien protegidsa por el arte del poeta que sabe el idioma del suspense...
ResponderEliminarImposible recomponer el mensaje sin el código para descifrarlo y mejor así: los secretos de las cuevas son para la Tierra que los filtra con paciencia y no para los cotillas con linterna que los deslumbra.
Sí... los poetas son un poco locos. Si no lo fueran no serían poetas... ni tan sabios como tu padre.
Un abrazo grande... poeta.;)
Hola!
ResponderEliminarQué bonita entrada, Diego :)
Creo que si en lugar de haber estado pensando que si el cuento no necesita detalles como el del espejo o quién podría ser ese Bradley hubieses seguido leyendo, lo mismo ahora nos podrías contar toda la historia, y no que nos quedamos todos con la incógnita en forma de letras rebujadas como si fuera una sopa calentita..
Diego, un beso desde otra cueva ;)
Besos a los demás :)
¿Y no seguiste leyendo en el pino de dos troncos?
ResponderEliminarPero, claro, como este árbol-poeta se vaya por las ramas, tampoco hay quien lea el finaaaaaAAAAAAHHHHHH...
Tapron,
Esteve
Tremendo post! me ha encantado!
ResponderEliminarC'est Magnifique!!!
Pulgares arriba!!
Eso pasa porque las gotas de agua son muy sensibles, tan sensibles que pueden hacerse poetas, o cuentistas y contarnos muchos cuentos, pero claro a cualquier contrariedad acaba tirando de nuestra imaginación como un manantial, porque algunos manantiales nacen en cuevas ¿verdad?
ResponderEliminarUna entrada genial, me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Buenísimo !!!
ResponderEliminarMe ha enganchado desde la primera linea.Tiene un aire Kafkiano de primer orden.
Y sí. El final es perfecto.Para eso eres el autor.
Un abrazo!!!
¡Excepcional,Maestro! Una mezcla magnífica de lo profundo y lo absurdo. ¡Y qué final!
ResponderEliminarNhvzxsa eiu gbatyr.
¡Gbatyr! ¡Ni más ni menos!
¡Homérico!
N'abrazo tío
Pero qué maravilla niño.
ResponderEliminar¡A ver, un belmonte para este caballero!
y un gran abrazo
Por cierto, y sin ánimo de incordiar, nuhdvs se escribe con b
ResponderEliminar¡pero qué arte!
Fran, en una gota de agua se pueden encontrar tantas cosas como en una pompa de jabón.
ResponderEliminarAna María, hoy compartiría esa sopa calentita contigo, hace mucho frío en Madrid.
¡Esteve! Ya he estado marujeando en tu blog. No lo (me) abandones. Tasiem.
Navaja, la cueva no deja de sorprenderme. Da mucho material para escribir. Y para tomarse un cafelito (si lo llevamos en un termo)
Encarni, si algún día vienes a Caravaca, te llevo a la cueva. A ti no te pilla lejos. Ya verás como algo se te ocurre, tú encuentras rápidamente la inspiración.
Oscar, pues sí, es algo kafkiano. Aunque, si te confieso la verdad, me he quedado con las ganas de saber qué c-ñ- pasa al final con el brazo desaparecido. Otro abrazo para ti.
Pedro, gtedad, mseaotgr huislbaer y boeny, yute juitd. Y un abrazo muy muy apretao.
Mariluz, me di cuenta de que nuhdvs se escribe cob b, pero no lo corregí porque pensé que nadie iba a llegar leyendo hasta ahí ¡Que bien entran los belmontes con estos fríos!
Una sonrisa para cada uno de vosotros.
Hola, Diego.
ResponderEliminarA través del blog de Framboise he dado con tu rincón tan imaginativo, me ha encantado lo poquito que he visto....
En la foto de tu perfil estás en un vértice geodésico!
Yo también soy de los que coronan cumbres cada fin de semana...o al menos lo intento.
Seguiremos leyéndonos, seguro.
Yo estoy muy cerquita, en Granada.
Mariló, compartimos afición! :) La foto es de hace tes años y el vértice geodésico está en la cima de Revolcadores, la más alta de la Región de Murcia (2.024 metros, creo) Desde allá "arribotas" se ve perfectamente La Sagra, situada en tu Granada y que todavía no he subido. Cuando quieras quedamos para subir cualquiera de las cumbres de esta zona, u otra, o para hacer un recorrido a pie por cualquier de sus senderos. Me voy a conocer tu blog :)
ResponderEliminarMe caguen en la gota!!!
ResponderEliminarSiiiiiii soy cotilla y queria saber el final ahgrrrrr
La Sagra....sí, he estado allí, por supuesto!
ResponderEliminarTiene un canuto de bajada que es la mejor pedrera de toda Granada...genial.
Cuando quieras hacemos una buena ruta compartida; ya sabemos dónde estamos ambos! :)
Nos leemos!
Mariló
Muy interesante Diego, un cuento dificil de contar que ha dado lugar a un buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
"Uuygsio nui nbagter mouerir, vdfte, hsyrtecal, Bihaytrnavb. Muatqwbaey, poetrvenxu de iaute, gatyerfipao. Kuuy. Abgetyr, jueoñmnfg, muryfatr. Bfarehyl, sn. Nhvzxsa eiu gbatyr npouie nuhdvs, muryfa fdnm."
ResponderEliminar¡¡Increíble Diego, impensable final!!.
Pedrice
muy, muy bueno...
ResponderEliminarbsucos
Vuelvo para dejarte el enlace al diario del loco donde he puesto una felicitación especial, por si quieres pasar a echar un ojillo (pero llévatelo después que no tendré tiempo de acercártelo a Madrid)
ResponderEliminarUn principio genial y un final maravilloso. Una historia dentro de una historia. Los recursos al servicio del escritor, que los utiliza con maestría.
ResponderEliminarY te ganas mi corazón y mi cabeza en cada relato. Y espero ese libro, que tiene que llegar, para que el boca a boca lo haga grande. Que así será.
Ella, algunas historias no tienen final. Qué malamente ¿no? :)
ResponderEliminarTetealca, tú si que sabes de la (extraña) mente de los hombres...
Pedrice, atía tía tía, atía se murió; atía tía tía tía tía tía tó.
Lourdes, un algo especial para ti, Guadiana de los blogs :)
Mariluz, ya me pasé por el diario de un loco. Gracias por la felicitación, que me llevo a Caravaca mañana.
María, ¿de qué libro me hablas? :)¿Se ha chivado alguien? :) Tú lo habrás hecho grande.
¡Muchacho, espectacular!
ResponderEliminarMe enganchaste en mucho menos de un segundo. Es buenísimo.
Y lo de Bushman tienes que seguirlo.
Un abrazo grande, con dos brazos (bueno, voy al espejo, por un porsi).
Para ser el cuento que no quería ser contado cuantas palabras ordenaditas llevaba en esa gota.
ResponderEliminarQue relato tan extraordinario, Diego. Desde el toque kafkiano de la historia recogida en la gota hasta la atmósfera, y las sensaciones del narrador. Entre la técnica y lo mágico. Un cuento libre hasta del colorin-colorado.