lunes, 2 de septiembre de 2013

Dos de septiembre (y2)

De pronto vio que, un poco más adelante, el camino se bifurcaba en dos ramales, uno que continuaba ascendiendo hasta perderse en la oscuridad de la noche, y otro que bajaba ladera abajo, hacia lo que Fer pensó que podía ser un valle oscuro. Al llegar a la bifurcación, Fer se detuvo, indeciso ¿cuál de aquellos caminos debía tomar para llegar a la cueva? Los dos se hundían en la noche, pero el del valle parecía más fácil de recorrer, el otro no hacía más que trepar y trepar por el monte...

Y de repente.... ¡lo vio!

Al principio, para Fer sólo fue una sombra sentada sobre una piedra que separaba los dos caminos. Fer se asustó, estuvo a punto de gritar (quizás hasta gritó), quiso darse la vuelta y salir escopetado hacia abajo, hacia su cama que aún debía de estar calentita... Pero, aunque se le vinieron a la memoria todas las historias de miedos y fantasmas y lobos y aullidos que le habían contado esa tarde, aquella sombra sólo transmitía paz. Poco a poco descubrió que la sombra era un hombre mayor, que miraba a Fer con una inmensa dulzura, a través de unos ojos pequeños y alegres como los suyos. Fer se le acercó, pasito a pasito, fascinado, hasta que estuvo bastante próximo como para coger la mano que el señor mayor le tendía. Así, cogidos de la mano, se miraron con la misma mirada, con los mismos ojos entornados, y sus mismas caras mofletudas se abrieron en una sonrisa única, como las dos caras de un espejo, casi iguales si no fuera por las arrugas que adornaban los ojillos del señor mayor. A Fer se le pasaron todos sus miedos, aquella persona le inspiraba absoluta confianza. Sin soltarle la mano le preguntó:

-–Esto... abuelo ¿cuál de estos dos caminos es el que lleva a la cueva misteriosa?

El señor mayor lo miró sin dejar de sonreír y le señaló, levantando la cabeza y haciendo un gesto con su gran nariz, hacia el camino que subía por el monte.

–Puf! –dijo Fer– Pero ya llevo mucho rato caminando, estoy muy cansado, y ese camino tiene muchas cuestas, además, no me he traído nada para comer...–

El señor mayor metió la mano en el bolsillo de su camisa y sacó lentamente un caramelo mitad azul y mitad verde envuelto en un papel que era al revés, mitad verde y mitad azul. Se lo entregó a Fer quien, después de desliarlo, lo introdujo en su boca y empezó a chuparlo lentamente, mientras miraba el camino que debía seguir. El día empezaba a clarear, y en lo alto del monte se veía una estrella que Fer imaginó que le mostraba el lugar donde se encontraba la entrada de la cueva. Siguió chupando el caramelo, mirando aquella estrella, y notó que las fuerzas volvían a apoderarse de él. Sonrió una vez más, decidido a encontrar la cueva, seguro de que por fin lo iba a conseguir. Pero antes de continuar su camino, se volvió hacia el sitio donde estaba el señor mayor, quería agradecerle su ayuda.

–¡Gracias, abue...lo... ¿abuelo?

El señor mayor ya no estaba allí, sólo quedaba la piedra sobre la que había estado sentado, y un intenso olor a romero. Fer se encontró de nuevo solo, con un papel la mitad verde y la mitad azul en la mano, que introdujo en el bolsillo del pantalón para depositarlo en la primera papelera que encontrara, sus padres le habían dado muchas veces la paliza de que los papeles no se tiran al suelo y Fer, a veces, obedecía a sus padres. Pero en el monte no hay papeleras, por eso se lo echó al bolsillo y se olvidó de él. El día ya clareaba, el brillo de la estrella empezó a perderse, hundido en los rayos del amanecer, y Fer siguió subiendo el camino, feliz, confiado, lleno de fuerza....

.... hasta que lo despertó un rayo de sol que se colaba entre las cortinas de su dormitorio. Ya era dos de septiembre.

Ha sido un sueño– pensó Fer–, un sueño muy bonito.

Bostezó dos veces, se sentó en la cama, se puso su camiseta roja, su pantalón y no pudo evitar rebuscar en el bolsillo. Allí estaba: lo palpó, lo sacó. Era el papel, la mitad verde la otra azul, del caramelo que le había dado aquel señor mayor en el monte. Fer miró el papel, lo hizo crujir entre sus dedos regordetes, y lo volvió a introducir en el bolsillo, con parsimonia, mientras guiñaba un ojillo pícaro y sonriente al rayo de sol que se colaba por la persiana.

(A mi hermano Fernando, a quien un dos de septiembre una curva maldita impidió que llegara a conocer a su nieto Fer, que tanto se le parece)


15 comentarios:

  1. Precioso, Diego :) Seguro que tu hermano sonríe desde donde esté :)

    Un beso especial para ti :)

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  2. Diego, ese paréntesis del final me ha dejao K.O.
    En fín, así es la vida.

    Un beso recordante para tí.

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  3. Mi hermano ya no está en ningún lao. Se es mientras se está. Luego solo queda recuerdo que viene y va. Y a él siempre lo recordaré con una sonrisa, era un tipo especial. Besicos muy besicos, Ana, Amapola, Gata :)

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  4. Sí debía de ser especial tu hermano para inspirarte este cuento mágico. Y lleno de ternura. Una sonrisa especial para ti en el día de hoy, sé que tú lo recuerdas con nostalgia pero con mucha alegría :) Y un beso.

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  5. Un cuento especial, maravilloso y emotivo doblemente al leer la dedicatoria, los que no están inspiran las más mágicas historias, desde algún lugar aquí mismo, seguro. Un abrazo, Asun.

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  6. Por favor Diego coge a Fer de la mano y llévale a la cueva, sabes que guardara ese papel del caramelo que le dio un señor mayor, ahora mas que nunca querrá llegar al lugar donde permanece vivo para siempre su abuelo ese del que ha heredado la sonrisa en los ojos Ese que nunca llego a conocer, PORFAVOR DIEGO..... !!Caramba pues no estoy yo sintiendo el corazón encogido por tanta emoción!!Abrazo

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  7. Sí, Esther, Fernando era especial, muy humano, con todas las connotaciones positivas y negativas que implica el ser muy humano.

    Pata Asun, abrazo para ti.

    Iota, la realidad a veces enmascara a la fantasía. Fer no ha subido nunca a la cueva, y mira que lo he intentado. Pertenece a la categoría de "perezoso". Pero no desisto, soy tenaz :)

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  8. Bello y emotivo.
    Un abrazo, y otro a Fer.

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  9. Tu hermano deberìa estar muy orgulloso de ti, has escrito un cuento emotivo y lleno de ternura.

    un abrazo

    fus

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  10. Tetealca, mi hermano era el más caravaqueño de todos nosotros :) De hecho, dos días antes del accidente habíamos estado tomando vinos por los bares del pueblo :) Un abrazo, paisano.

    Fus, bienvenido por estos lares :) Un abrazo también para ti.

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  11. Precioso homenaje a tu hermano. Esa dulzura con que hablas de Fer guarda en tu subconsciente ese recuerdo.
    Un abrazo amigo

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  12. Clara, un beso lijado y pintado con dos capas superpuestas de acrílico, amarilla la primera y (por supuesto) azul la de arriba, y lijado luego, cuando seco, con la lija de grano grueso :) Como ves, voy aprendiendo :)

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  13. Ya ves, siempre hay un Fer en tu vida. Y eso es lo que importa.
    Abrazo.

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  14. Yo creo que es de anís, el caramelo, siempre suelen ponerles ese color verdazulado a los de anís.

    Tiene suerte Fer, pronunciar la palabra abuelo, con su sombra trasmitiendo paz, aunque sea en el sueño de un cuento. Que historia tan bonita!.

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