miércoles, 21 de mayo de 2008

En la terraza de un bar

Hoy los he vuelto a ver.

En la terraza del bar de siempre. Sentados muy juntos, los bastones cansados apoyados en sus rodillas y, sobre la mesa, dos tazas de café medio vacías ¿Cuántos años suman entre los dos? Difícil de responder, a partir de los ochenta las edades se diluyen, las canas no pueden blanquearse más, apenas quedan huecos para nuevas arrugas…

Él, ciego, inclina la cabeza hacia la cabeza de ella, atento, risueño. Ella acaricia tiernamente con una mano la mano de él, mientras con la otra sujeta un libro de pastas amarillas que lee, casi musitando, al oído de él.

Siento envidia al veros, tan unidos aún, tan ajenos al mundo que os rodea, tan sinceros. Envidia porque yo no he sido capaz de poder llevar hasta ese final la novela de mi vida, que sigue dando tumbos enganchada a senderos a los que no quiero renunciar.

Mañana volveré al mismo bar, a la misma hora, pediré una caña, abriré el periódico… y fingiré que lo leo mientras os observo. Y pensaré, sólo un instante, que él soy yo, que tú eres ella. Sólo un instante, el que tarda una lágrima en resbalar por mi mejilla hasta perderse en el asfalto.



(Foto: hoja de lirio, Miraflores)

5 comentarios:

  1. ¿Ves como el amor eterno existe? Debe ser la transfiguración de la pasión, la concreción del deseo, la materialización de la unión voluntaria, de la libertad entre rejas, de, no sé... qué pocos afortunados hay que lleguen a conocer esa evolución interior, esa partición de uno mismo cuyo trozo penetra en el otro, fusionándose para siempre, perdiendo la identidad por encontrar la felicidad estando en el otro... Me gustaría tanto encontrar mi propio viejito...

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  2. EDC, yo pienso que el amor eterno sólo se alcanza con pedacitos de amores efímeros. A no ser que lo eterno sólo dure cinco o seis años… Parezco egoísta y material, pero creo que el egoísmo y el materialismo sí son eternos, mientras que la entrega y la espiritualidad, como la pasión, van rellenando un vaso de capacidad finita, limitada, hasta que se acaban derramando en el mantel de la rutina. Es tan difícil conjugar todos nuestros sentimientos todo el tiempo y todo el espacio… No creo en la libertad entre rejas.

    “Me gustaría tanto encontrar mi propio viejito...” Con esta frase me estás dando la razón. La historia que cuento es real, aquella pareja existe, aunque quizás la idealicé, tal vez al volver a su casa se tiraron los trastos a la cabeza. O su relación sólo dura una eternidad de cinco años…

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  3. Mira...aquí está mi Canelilla...

    Esto sí que creo lo leí, pero no quise interrumpir...

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  4. Los riachuelos, torrentes que brincan y cantan a pleno pulmón sobre todas las rocas que les hacen tropezar y rebrotar ( rejaillir) con más ímpetu existen, lo sé. Y despues de su recorrido, recogiendo partículas diminutas de nutrientes, se transforman en ríos más apacibles pero con más caudal, con más potencia, repartiendo la riqueza de su limo en las orillas, depositando en el fondo de su lecho, donde nadie bucea quedándose al superficie demasiado lisa,sus tesoros... lo sé también.
    Hasta que que se diluyen en la inmensidad del mar mezclando sus aguas en un abrazo sin par, aunque los marineros no vean más que las arrugas de las olas cuyas crestas aún bravas están adornadas por la espuma,por las canas.
    Así son esas parejas. Lo sé.

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  5. Cómo quieres que no te requiebre si me citas en los lugares más apartados y olvidados :D Yo no pude (o no supe) ser mar. Solo soy arroyos cada vez más agotados. Y más lejanos del mar al que tú sí has sabido llegar.

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