martes, 24 de noviembre de 2009

El Señor Parásito (IV)


- ¿Eres tú, Fede? -

Viendo aparecer así a su marido, no pudo reprimir un grito de sorpresa. Federico le explicó la absurda aventura que estaba viviendo desde esa mañana. Ella, después de un leve e inútil intento de desprender al señor parásito, le dijo con ternura:

- No te preocupes, mi amor, que ya solucionaremos el problema; ahora vamos a comer-

Se sentaron a la mesa. Federico se sentía muy débil, pues llevaba ya más de ocho horas con su carga a cuestas, y tenía mucha hambre. Se sirvió un buen plato de sopa. Cuando cogió la cuchara, el señor parásito se la arrebató y se tomó todo el contenido del plato, a grandes, precipitadas y ruidosas cucharadas. Con el filete que se sirvió a continuación ocurrió lo mismo. Cuando Federico se disponía a cortarlo con el cuchillo y el tenedor, el parásito alargó la mano, asió la carne y la introdujo de un golpe en la boca, tragándola tras unos breves y ansiosos mordiscos. Tampoco respetó el plátano que Federico pretendía tomar como postre, arrebatándoselo violentamente y engulléndolo sin contemplaciones.

La mujer observaba atónita la escena. La situación era mucho más complicada de lo que en principio parecía. Federico la miraba con los ojos muy abiertos, el gesto cansado y sin articular palabra. No era el hombre vital que había sido siempre.

- Te voy a llevar al médico - dijo finalmente la esposa.

Como pudieron, se acoplaron en el coche, dirigiéndose a una clínica cercana. En la sala de espera, las miradas de soslayo y los cuchicheos del resto de los pacientes herían la sensibilidad de Federico, hombre tímido a quien siempre molestó servir de punto de referencia. ¿Qué podían pensar y comentar todos aquellos señores? Seguro que alguno creería que era un degenerado...

De pronto se levantó un niño a quien acompañaba su madre y se aproximó a Federico. Éste se lo quedó mirando, temeroso. El niño observó durante un tiempo la extraña pareja, sonrió, y dijo señalando al parásito con su dedo regordete:

- Yo también quiero jugar a eso - e hizo ademán de subirse a la espalda del individuo.

Su madre se abalanzó sobre él, lo agarró violentamente de la mano y lo reintegró a su silla, recriminándole en tono duro su actitud:

- ¡Eso no se toca, nene, caca! -

Mientras el niño lloraba sin consuelo, Federico sintió una enorme vergüenza y un deseo irrefrenable de echarse también a llorar y de que aquella absurda situación acabase de una vez.

El médico, cuando al fin los recibió, no pareció sorprenderse demasiado al conocer la historia.

- En estas grandes ciudades ocurren a menudo casos raros, como el suyo. En cualquier caso, no se preocupen; la medicina tiene remedios para todo. A ver, desabróchese la camisa -

Federico obedeció como pudo, aunque sus menguadas fuerzas apenas se lo permitían. Lo único que realmente deseaba era descansar de una vez.

Mientras le daba golpecitos en el pecho, el doctor le pidió:
- Diga sesentaiseis -
- Será treintaitres - corrigió Federico, con un hilo de voz.
- Sesentaiseis - insistió el médico - como ustedes son dos... -
- Sesentaiseis - musitó Federico.
- Muy bien, muy bien - el doctor no cesaba de palpar el torso de Federico - Ahora, tosa usted -

Federico obedeció.

- Bien, bien... Esté usted tranquilo. No tiene nada grave. Un poco de debilidad solamente. Tome usted estas pastillas dos veces al día - garabateó un nombre indescifrable en la receta - y coma con abundancia-
- Pero doctor... - balbuceó tímidamente Federico, señalando con el pulgar el rostro de su indeseado acompañante.
- Nada, nada, ya verá usted como mejora - concluyó el médico mientras les acompañaba hacia la puerta.

(sigue)

4 comentarios:

  1. Te recomiendo que empieces por lo segundo... :D

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  2. ja ja ja.

    Este tio parásito es un impresentable.....pobre Federico.


    Como mariajesus ya te ha comido yo solo te doy un abracito al aire.

    Intrigada continuo y cada vez con más tirria al tio ese de la espalda.

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  3. Pues sí, Angelito, es bastante impresentable el tal parásito, seguro que acabas odiándolo. Recibido tu abrazo al aire.

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